Desde el 21 de julio de 2025, Ara Torosian, ciudadano estadounidense y pastor cristiano, lleva a cabo una huelga de hambre frente a la Casa Blanca en Washington, Estados Unidos. Su propósito es claro: pedir la liberación inmediata de dos familias iraníes, entre ellas un niño de solo 3 años, que fueron detenidas por la Patrulla Fronteriza durante su cita de migración rutinaria.
Estas familias, refugiadas que solicitan asilo debido a persecución religiosa en su país natal, enfrentan ahora la difícil realidad del sistema migratorio estadounidense bajo el gobierno de Donald Trump.
Torosian, quien antes de obtener la ciudadanía estadounidense buscó refugio en Estados Unidos, expresa una profunda inconformidad con las políticas migratorias vigentes. “Durante los últimos tres días sólo bebo agua. Ahora mismo, creo que mi cuerpo está bastante débil, pero espiritualmente soy fuerte”, declaró a Reuters.
Políticas migratorias de Trump generan aumento en deportaciones y detenciones
En solo seis meses, el gobierno de Donald Trump ha implementado diversas estrategias para intensificar la captura y deportación de migrantes. Nuevos mecanismos como el programa CBP Home facilitan deportaciones voluntarias a quienes prefieren salir por temor a prisión en lugar de enfrentar condiciones laborales adversas. Además, las redadas frecuentes mantienen a los extranjeros, con o sin documentos, en constante alerta para evitar arrestos.
Uno de los símbolos más polémicos de esta política es el centro de detención conocido como “Alcatraz de los Caimanes”, objetivo frecuente de protestas a lo largo del país. Expertos pronostican que para finales de año ICE podría haber deportado alrededor de 300 mil extranjeros, cifra que impacta duramente a las comunidades migrantes.
Refuerzo fronterizo y miedo creciente entre migrantes
Paralelamente, las fuerzas militares estadounidenses han construido un nuevo muro compuesto de alambre de púas que refuerza la frontera con México, lo que aumenta las barreras físicas contra el flujo migratorio. Este refuerzo es una prueba más del empeño del gobierno por mantener una ofensiva fuerte contra quienes buscan un nuevo comienzo en la llamada “tierra prometida”. Para muchos migrantes, el miedo crece diariamente y la esperanza de una vida mejor se va diluyendo ante las complicadas circunstancias.