“Un futuro mejor”, una promesa en el abandono para el poblado Santa María en Sinaloa
Desde 1945, Sinaloa ha construido 12 presas que han llevado al desplazamiento forzado de casi 5,000 familias originarias de 200 comunidades.
La historia de Santa María, un pueblo serrano ubicado al sur del estado de Sinaloa , es un relato de esperanza y desilusión. Desde su reubicación en 2022, cuando 60 familias fueron convencidas de abandonar el lugar donde habían vivido toda su vida, este nuevo asentamiento se ha convertido en un símbolo de sacrificio monumental.
La promesa de un futuro mejor, impulsada por la construcción de una presa, ha dejado a sus habitantes enfrentando una realidad muy distinta a la que esperaban.
Una promesa en el abandono, la historia del pueblo serrano
El líder de esta comunidad, un hombre de 67 años que prefiere permanecer en el anonimato, expresa la lucha constante que viven.
“Aquí estamos todavía luchando, esperando que terminen ya todo lo que el gobierno nos prometió: casas con luz y agua, y que no hubiera ninguna falla”, comenta con un tono de frustración.
Leonel, otro desplazado, recuerda con nostalgia cómo antes tenía acceso al agua y mantenía viveros que le proporcionaban sustento.
“Ahora vivo con mi madre y no tenemos viveros, ni cosechas, ni agua”, lamenta. Este sentimiento se repite entre muchos otros habitantes que han visto desaparecer su forma de vida.
Además, la iglesia histórica de Santa María, construida en el siglo XVII, fue uno de los símbolos más importantes del pueblo. Aunque les prometieron construir una réplica, David asegura que solo han hecho una parte. “Le falta el pasillo y el escalereado; además se nos filtra el agua”, detalla con frustración.
El centro de salud y otros espacios comunitarios también sufren las mismas deficiencias. La inundación constante del panteón deja al descubierto los restos de sus seres queridos, un recordatorio doloroso del pasado.
Las consecuencias del desplazamiento forzado
Desde 1945, Sinaloa ha construido 12 presas que han llevado al desplazamiento forzado de casi 5,000 familias originarias de 200 comunidades. Estas comunidades, como Santa María, han desaparecido bajo el agua. Omán, un investigador que ha documentado estos casos, señala una paradoja alarmante: “Las comunidades desplazadas no tienen acceso al agua a pesar de estar cerca de las presas. Los índices de marginación han aumentado en los últimos diez años”.
Carlos, un joven de 22 años que vivió en Santa María hasta su reubicación, comparte su tristeza al recordar su hogar. “Se siente mucha tristeza porque prácticamente ahí estuve toda mi vida”, dice mientras describe su última visita a su pueblo en bote. Las imágenes de su infancia se mezclan con la realidad actual: “La casa de mis tíos ya se estaba llenando; aquí está la escuela donde estudié”.