La comunidad de Cerritos, en Metztitlán, Hidalgo, enfrenta una emergencia que se ha prolongado por meses. Tras las fuertes lluvias de octubre, la Laguna de Metztitlán se desbordó y anegó caminos, parcelas y viviendas, dejando incomunicadas a cientos de familias que hoy dependen únicamente de tres lanchas comunitarias para salir o entrar a la zona.
Lo que antes era una herramienta para la pesca y un ingreso extra para sus dueños, hoy es el único medio de transporte que mantiene en movimiento a estudiantes, trabajadores y familias enteras que requieren llegar a hospitales, escuelas o centros de trabajo.
“Lo estamos haciendo por nuestra propia voluntad, de nuestro agrado… atendiendo a la gente para que no se quede aquí esperando a quién los saque”, relata Carlos González, uno de los tres lancheros que opera las embarcaciones, sin recibir un salario.
Lluvias sepultan cultivos en Metztitlán, Hidalgo
Los caminos quedaron bajo el agua y, paradójicamente, ahora los habitantes navegan encima de las cosechas perdidas, tierras que por años les dieron sustento. Con el nivel de la laguna aún elevado, Cerritos luce prácticamente como una isla en medio de la tragedia.
Quienes utilizan las lanchas pagan una cuota simbólica de cinco pesos, suficiente apenas para la gasolina. “Los que salimos todos los días, tiene un costo de 5 pesos por persona... Ellos, los lancheros, no tienen un sueldo para su casa, imagínese, por ejemplo 5 pesos por persona pues apenas están sacando para la gasolina”, explicó Yoselín Pérez Molina, habitante de la comunidad, quien cruza diariamente para llegar a su trabajo.
Atención a la comunidad de Cerritos será lenta, confirman autoridades
Protección Civil estatal y municipal confirmaron que los apoyos continuarán mientras el nivel del agua disminuye, aunque admiten que el proceso será lento. Entre tanto, los habitantes se organizan para compartir alimentos y cubrir las necesidades más urgentes.
Los lancheros comienzan su labor desde que amanece y la detienen por la tarde, cuando la corriente se vuelve más peligrosa. Aun así, siguen trasladando a sus vecinos para evitar que el aislamiento les impida continuar con sus actividades o acceder a servicios básicos.