Los proyectos emblemáticos de la Cuarta Transformación continúan avanzando sobre la selva de la península mexicana, pero a un costo ambiental que, según expertos y ambientalistas, es insostenible. La construcción de una estación de carga para el Tren Maya en Cancún está a punto de provocar un “ecocidio” al deforestar 259 hectáreas de selva, una extensión de terreno que, para dar una idea, es poco menos que la del famoso Central Park de Nueva York.

Este proyecto, que avanza a toda marcha con el ruido de las máquinas y el constante movimiento de camiones, amenaza con dejar una cicatriz irreversible en uno de los ecosistemas más importantes del país. La devastación es tan amplia que la barda perimetral de la estación de carga por sí sola ofrece una clara idea de la extensión del daño. La selva, que en un momento era un paraíso de biodiversidad, se está perdiendo a pasos agigantados. “Es una práctica terrible que está acabando con toda la naturaleza con estos ecocidios desde el Tren Maya”, señalan las fuentes.

De acuerdo con el ingeniero Wilberth, este proyecto de ampliación de la terminal de carga carece de un estudio de factibilidad y, lo más preocupante, no responde a una demanda real. “Efectivamente, no hay un estudio, no hay una demanda que esté pidiendo mandar productos a otro lado”, afirma. El experto enfatiza que Quintana Roo no es una región de producción industrial, agroindustrial o manufacturera, sino que su economía se centra en los “productos turísticos”. La construcción parece carecer de un propósito económico claro más allá de la lógica de la obra misma.

Los ambientalistas advierten que la deforestación de 259 hectáreas no solo es un desastre para la flora y fauna locales, sino que también tendrá consecuencias graves y duraderas para el medio ambiente. La selva, como reguladora del microclima y el acuífero, ofrece servicios ambientales esenciales que se perderán, lo que se reflejará en un aumento de las temperaturas y otros desequilibrios. La llegada de los durmientes del tren de carga presagia el comienzo de un daño que dejará secuelas ambientales “irreversibles”.

Incertidumbre ante escenarios de accidentes y no tener un plan de contingencia

Además de la destrucción del ecosistema, un gran temor que persiste es el riesgo de un accidente. Tras el descarrilamiento de un tren de pasajeros, la pregunta ahora es qué pasaría si un tren de carga que transporte combustible sufre un percance. “No sabemos si hay un plan de contingencia en caso de un riesgo, si se llegase a ver algún accidente con un vagón que cargue combustible, y todo el acuífero del norte de Quintana Roo está conectado”, alertan las fuentes. Sin un plan de contingencia, un derrame podría contaminar todo el sistema de agua subterránea de la región.

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Con árboles secos y montones de ramas tiradas en el terreno, las imágenes de la devastación son contundentes. Todo parece indicar que la selva maya está “condenada a la extinción” por un “depredador que dejó de escuchar los reclamos de la naturaleza”. El collage de pájaros y máquinas sirve como triste y elocuente epílogo de una historia en la que la selva sigue perdiendo terreno.