Cuando pensamos en lo que existe más allá de las tonalidades que acostumbramos ver en el cielo, aparecen el Sol, la Luna y el resto de los cuerpos celestes que acompañan a la Tierra. Desde luego, cada uno de ellos tiene sus propias características y tamaños. No obstante, a veces pasamos de largo algunas cosas evidentes, por ejemplo, ¿por qué los planetas del sistema solar no se acercan al Sol?
Para responder, hay que remontarse a los orígenes del propio sistema solar en donde no era más que una nube de gases y polvo cósmico que giraba alrededor de un Sol joven. Luego de transcurrir el tiempo, estas partículas se convirtieron en cada uno de los planetas que conocemos con el aspecto, forma y condiciones que tienen hoy en día. En pocas palabras, desde el inicio, los planetas del sistema solar no se acercan al Sol porque así nacieron.
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Del mismo modo, los planetas del sistema solar no se acercan al Sol por la fuerza gravitatoria y la fuerza centrífuga. En el primero, la gran estrella brillante atrae a los planetas en rango por su masa; mientras que, los planetas obtienen esa velocidad por la fuerza centrífuga, empujando los planetas lejos del Sol.
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Al final, todo se debe a la evolución
En este sentido, los planetas del sistema solar no se acercan al Sol gracias al equilibrio entre la fuerza gravitacional y la fuerza centrífuga que origina la enorme estrella que nos ilumina por el día. Desde luego, llegar a estas condiciones le tomaría millones de años a la evolución.
De modo que, si los orígenes del sistema solar fueran otros y si el propio Sol fuera mucho más grande junto a su fuerza gravitatoria, como quiera la Tierra y el resto de los planetas serían atraídos hacia este. Tal vez mucho más grandes y rápidos, pero lograrían adaptarse bien a las condiciones.
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