Habitantes de cinco estados llevan más de 50 años sufriendo las consecuencias del agua contaminada, son personas que hoy enfrentan problemas de salud muy serios y para colmo no reciben la atención médica que necesitan y que les prometieron. Chapala es el lago más grande de México, pero también el más peligroso y contaminado.

La catástrofe del Lago de Chapala: Medio siglo bebiendo agua envenenada y una clínica que nunca abrió

Desde 1970, el agua que viene pasando por cinco entidades, Estado de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco, llega con metales sumamente peligrosos como: arsénico, mercurio, plomo, tungsteno, cadmio.

“Se encontraron diez metales pesados, y esos metales producen una serie de como de unas cincuenta enfermedades diferentes”, explicó Enrique Lira, integrante de la Unión de Pueblos de la Cuenca Lerma-Chapala-Santiago-Pacífico.

En cualquier hogar de los pueblos aledaños hay un enfermo o un fallecido por insuficiencia renal, daño cerebral o cáncer; todo por el agua contaminada del lago de Chapala.

“Tengo dos años trasplantado”, explicó José Rivera.

“Perdí a mi sobrina de tres años y en el 2021 a mi hermano. Mi hermano murió de 27 años y al año siguiente yo fui diagnosticada con la enfermedad renal crónica también”, añadió Miriam Solano.

Los hospitales a los que son canalizados quedaron rebasados.

“Hay una escasez de medicamentos para esta enfermedad y escasez de clínicas”, agregó Enrique Lira.

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Chapala, el lago que enferma: familias enteras beben agua con plomo y esperan una clínica que nunca abrió

Por eso el gobierno federal les construyó aqui el mezcala una clinica exclusiva para hemodiálisis, pero jamás abrió.

¿Cuántos años tiene esta clínica sin abrir? Siete. ¿Siete años? ¿No tiene nada de equipamiento adentro? Ahorita, no”, respondió en entrevista para Azteca Noticias la habitante de Mezcala, Carmen de los Santos.

Esta clínica ya debería de estar funcionando para enfermos o pacientes con enfermedades renales; les urge . Consultorios, salas de hemodiálisis, baños y pasillos quedaron completamente en el abandono.

“Yo tenía un hijo, tenía 33 años y me le dio insuficiencia renal, pues se murió. Me dejó tres niños a mi cargo, una de 14, una de 12 y uno de 10. La mamá se fue”, añadió la señora Carmen de los Santos.

Lo más grave es que la comisión interamericana de derechos humanos constató y advirtió el peligro que estas familias están corriendo, pero ningún gobierno ha hecho nada.

“Ahí dice cómo estos pueblos están en grave riesgo de muerte y de daño irreparable. Es una catástrofe humana la que estamos dejando pasar”, sentenció Enrique Lira.