Durante el narcogobierno de Adán Augusto López en Tabasco se compró un lote de armas y lanzagranadas, pero desaparecieron por arte de magia.
¿Qué pasó con las armas de fuego bajo el periodo de Adán Augusto?
No existe registro de que hubieran llegado a los almacenes ni a las manos de los policías de la Secretaría de Seguridad Pública, encabezada por Hernán Bermúdez Requena.
La desaparición del arsenal forma parte de una denuncia presentada en octubre pasado contra el ex gobernador tabasqueño ante la Fiscalía General de la República.
Es una de las 37 que existen en su contra por un presunto desvío de recursos por casi 800 millones de pesos en diferentes áreas de gobierno, solo durante el ejercicio 2020 en Tabasco.
La Auditoría Superior de la Federación documentó que ese año el gobierno de Adán Augusto López destinó aportaciones federales, para su programa de adquisición de armas con la Secretaría de la Defensa Nacional.
El reporte no indica cuántas piezas se compraron, pero se pagaron en total 5 millones 381 mil pesos por el lote, de esa cifra, más de dos millones de pesos se erogaron por armas largas y lanzagranadas.
Parte del arsenal quedó en manos de “La Barredora”
Pero no existen documentos que comprueben cuándo se recibieron y dónde quedaron las armas, hay pistas de su posible destino, en el expediente que integró la Fiscalía General de la República contra Hernán Bermúdez se revela que parte del arsenal de la secretaría de seguridad fue a parar a “La Barredora”, brazo armado del Cartel Jalisco Nueva Generación.
El testigo protegido Carlos Tomás Díaz Rodríguez, alias “El Licenciado”, afirmó que gran parte de su armamento se los entregaba la secretaría con autorización de “El Comandante H”.
En el expediente se detalla que en 2022, por conflictos internos, Bermúdez Requena ordenó que su lugarteniente Daniel Hernández, alias “Prada”, regresara patrullas, equipo táctico y armas de la policía que le había entregado para sus actividades criminales, en esa ocasión devolvieron a la secretaría 50 armas largas r-15.
Hernán está en la cárcel y se niega a delatar a sus cómplices, su jefe y amigo Adán Augusto López Hernández se escuda en su fuero como senador de la república. De las armas desaparecidas y de las denuncias en su contra, nada se sabe.