Todo el mundo la conoce, adorna millones de hogares en el planeta, pero casi nadie conoce su verdadero nombre ni el peso de su historia. Es la Cuetlaxochitl, la “flor que se marchita” o “flor de cuero"; un símbolo sagrado para los aztecas, vinculado a la pureza de la sangre de los guerreros muertos en combate.
Hoy, ese misticismo prehispánico ha sido “intervenido” por otra disciplina milenaria y enigmática en el Museo Casa del Risco: el Ikebana. La exposición “Armonía, Ikebana y Nochebuena” no es una simple muestra de arreglos florales; es un ritual estético donde la flor mexicana es sometida al rigor japonés.
¿Qué es el Ikebana? Un ritual de corte y silencio
El Ikebana no es solo decoración; es una filosofía que medita sobre el paso del tiempo, la vida y la muerte. Mercedes Honsei, esposa del embajador de Japón, confesó haberse enfrentado a lo desconocido: “Hice Ikebana en Japón, pero nunca había utilizado la flor de Nochebuena”.
¿Qué sucede cuando la estructura rígida y casi arquitectónica de Japón intenta domar la naturaleza salvaje y “sangrienta” de la flor mexicana? El resultado son 8 obras monumentales que parecen desafiar la gravedad y la lógica, creando una atmósfera de misterio en los pasillos del antiguo museo.
Lidia Villalobos, de Ikebana Internacional, lanza una verdad incómoda: “Muchos países usan la nochebuena en esta época, pero desconocen su origen”.
La muestra busca arrancar a la flor de su contexto comercial y devolverle su aura de misterio y pertenencia. Es un recordatorio de que lo que hoy es un adorno global, nació en las tierras de México con un significado mucho más profundo y denso.
Solo 3 días para ver el “sacrificio” estético
Como toda belleza inquietante, esta fusión tiene los días contados. La naturaleza efímera del Ikebana dicta que las obras morirán pronto.
Tienes solo del 21 al 23 de noviembre para adentrarte en el Museo Casa del Risco y ser testigo de este extraño diálogo entre la “flor de cuero” azteca y el misticismo japonés, antes de que se marchiten para siempre.












