Frontera cerrada, ganado atorado: la ruina de los pequeños ganaderos de Chihuahua

El gusano barrenador vino del sur, pero los que están al borde del colapso son los ganaderos del norte al no poder exportar a Estados Unidos.

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Por: César Méndez - Oscar Morales

En los ranchos de Chihuahua, la desesperación ya no cabe en los corrales. Pequeños ganaderos como Abel Parada y Marcelo miran a su ganado sin poder venderlo ni exportarlo. ¿La razón? El cierre de la frontera con Estados Unidos, consecuencia directa de la presencia del gusano barrenador, un parásito que entró ilegalmente desde Centroamérica y que ha sacudido a la industria ganadera mexicana.

“No hay precio, los compradores ya no quieren, tienen llenos sus corrales”, dice Abel Parada. Su compañero Marcelo también sentenció: “¿Qué hacemos con ellos si no abren la frontera?”. Para ambos, la venta de unas cuantas cabezas de ganado significa comida en la mesa. Y sin exportación, no hay dinero.

Gusano barrenador, presupuesto cortado y una frontera sin control

Todo comenzó —o mejor dicho, se ignoró— desde noviembre de 2024. Los criadores ya habían advertido que el parásito venía colándose desde el sur del país. Marco Cuesta, exportador de ganado, lo dijo sin rodeos: “Ya se veía venir. La mosca ya existía. ¿Quién no hizo su chamba? El gobierno mexicano”.

La gota que derramó el vaso fue el recorte presupuestal del 31% al SENASICA, el organismo encargado de vigilar la sanidad en las fronteras. Con las cuarentenarias en Chiapas prácticamente abandonadas, los tráileres cruzan con ganado sin control ni revisión.

“Las instalaciones están solas, no hay nadie. El gusano barrenador entra como Pedro por su casa”, denunció Florencio Ramos, secretario de la Unión Ganadera de Chihuahua.

Una industria en riesgo de colapso

México exportó 1.2 millones de cabezas de ganado en 2024. Y ahora, todo ese esfuerzo está en jaque. Ganaderos como Luis Valles y Marco Cuesta advierten que cada día sin exportación equivale a 230 millones de pesos perdidos. “Estamos pagando los platos rotos, y la mosca ni siquiera está en el norte”, reclama Valles.

Peor aún: los animales que no se exporten deberán venderse en el mercado nacional a precios ridículos, con lo que apenas podrán recuperar una mínima parte de la inversión. “La industria va a tronar, así de simple”, sentenció Marco Cuesta.

Mientras tanto, el ganado engorda, los corrales se llenan y los rancheros solo esperan que alguien del gobierno mire hacia el norte antes de que sea demasiado tarde.

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