Date Cuenta | Glorificar la pobreza es un acto criminal
La religión católica define la pobreza como: corazón humilde que acepta la condición de criatura limitada y pecadora para evitar la tentación de creerse inmortal
Ahora que todos estamos relajados y descansados de la Semana Santa, hay que meter la cuchara en el tema más escabroso de todos: la mendiga religión. Aquí no voy a venir yo a cuestionar las creencias de nadie. Cada quién es libre de creer o de no creer en lo que gusten y manden. El problema que tengo con la religión -y en particular con las enseñanzas de la Iglesia Católica- es uno muy particular: la glorificación de la pobreza.
Desde que Jesús vino al mundo, el discurso ha sido el mismo: Los pobres son buenos y los ricos son malos. Bienaventurados los pobres y tiznen a su madre los ricos. ¡Vaya… si eres un pelado con lana, ni te hagas ilusiones de entrar en el mentado paraíso! ¡No hay lugar para los fifís! Y claro… Entiendo que predicar sobre las virtudes de la pobreza tuvo sentido en la época del Imperio Romano o incluso en la Edad Media, cuando el 99 por ciento de la población vivía en la miseria.
¿Pero en pleno Siglo XXI? ¡No, no, no! Hoy en día glorificar y promover la pobreza no sólo es absurdo, es criminal. Lo que hay que entender es que la pobreza no es una virtud. Es una condición que lleva a millones de personas a tener una vida de ignorancia por falta de educación; a vivir enfermos por falta de acceso a la salud; a vivir en ambientes de criminalidad y violencia, a vivir sin esperanza por tus hijos por la falta de oportunidades.
¿Quién en su sano juicio promovería a la pobreza como modelo para una vivir de manera digna?
Y a ver… tampoco se trata de idolatrar al dinero o de obsesionarnos con la riqueza. Nadie está abogando por eso. Pero lo que sí debemos de estar haciendo en la familia, en las escuelas y en las iglesias es educar y formar a mexicanos exitosos; mexicanos dispuestos a fregarle para mejorar sus vidas; mexicanos innovadores y creativos que quieran crear un mejor mundo para todos. Porque algo es sumamente claro: el problema de México no es que haya ricos… el problema es que haya pobres.