Casillas, caos y silencio: la realidad de la farsa electoral de la elección judicial

La elección judicial en México, gastó más de 13 mil millones de pesos, en donde solo participó el 11% de la población; esta es realidad de la farsa electoral.

La realidad de la farsa electoral de la elección judicial
La realidad de la farsa electoral de la elección judicial|FIA

Escrito por: Fernanda Ortega

Ayer vimos morir a la República, una lamentable jornada de elecciones que no solo materializó los deseos de un régimen resentido y sediento de venganza en contra del Poder Judicial, sino que exhibió la incapacidad del “pueblo bueno y sabio” para prepararse para un momento histórico, terrible, pero histórico al fin. ¿O será que mi casilla fue la única “defectuosa” en todo México? Así fue la farsa electoral de la elección judicial.

En México se llevaron a cabo las elecciones para los cargos de un vapuleado y en otrora independiente Poder Judicial.

Esas que costaron más de 13 mil millones de pesos, pero en las que solo participó el 11% de la población (hasta la edición de esta columna), y decir participó es mucho porque habrá que ver cuántas boletas serán anuladas. Claro, confiando en que se hará un conteo transparente en todo México.

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Y aquí, como me ven (o leen), me tocó ser funcionaria de casilla en estas elecciones. Acepté porque creo que era una forma de comprobar lo obvio, en primera fila, y sin verdades a medias.

Empezamos actividades a las 8:30 am, ya que para variar, el presidente de casilla renunció a la mera hora, de manera que los cargos se recorrieron, siendo yo ahora Primera Secretaria.

Entre mis actividades estaba la de despegar seis boletas, las federales, y repartirlas a cada elector. Bueno, pues en las casi 10 horas de servicio, escuché una y otra vez la misma pregunta de un pueblo confundido y sorprendido: “¿Tantas boletas?”.

Esto, por supuesto, me demostró que la mayoría no tenía ni idea de a lo que iba, no saben qué es el Poder Judicial, ni qué es un juez, ni un ministro, a pesar de que tuvieron semanas para informarse y hasta crear sus acordeones.

De los 1,360 vecinos que se esperaba que fueran a votar a mi casilla, solo llegaron 191. Y de todos ellos, ¿a cuántos se les anularán sus votos?

Durante el conteo, encontré varias boletas tachadas, con insultos o depositadas en blanco. ¿Habrá sido por ignorancia o rebeldía? Vaya usted a saber, pero estas acciones contrastan con el discurso oficialista de que todo fue un éxito con las elecciones del Poder Judicial. Acá, presidenta, tenemos otros datos.

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Algo más que noté, (y sí, ya sé que no estoy descubriendo el hilo negro), es que la mayoría de los votantes eran personas de la tercera edad.

Algunos aceptaban que no entendían nada, nos pedían ayuda para explicarles, otros iban con lupa en mano porque no alcanzaban a distinguir las letras, y unos más iban acompañados de sus familiares para que les dijeran por quién votar.

¿No sería conveniente, así como se pone una edad inicial para votar, también poner un tope? Porque claro que muchos de esos votos no son por amor a la democracia, o lo poco que queda, sino más bien por miedo a perder los apoyos que reciben. Recordemos que este sector es el preferido del régimen para propagar sus maquiavélicas ideas. Y que quede claro que aquí respetamos la dignidad de las personas de la tercera edad.

Mención especial a los encargados de imprimir las boletas, que solo con mucho trabajo y ayuda de tijeras, podían desprenderse. Ni eso pudieron hacer bien.

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