Mezcal bajo fuego: inseguridad paraliza la producción en Michoacán

A una semana del asesinato de dos productores de mezcal en Michoacán, la preocupación crece entre los integrantes del gremio. Representantes del sector denunciaron que la inseguridad ha alcanzado niveles críticos en varias regiones del estado, provocando que productores abandonen sus labores por miedo a ser víctimas de violencia, extorsión o incluso perder la vida.

Ulises Debolla, presidente de la Unión de Mezcaleros, alertó sobre la situación crítica que enfrentan comunidades como Cotija y Queréndaro, donde la amenaza del crimen organizado ha llevado a que varios trabajadores dejen sus campos y detengan la producción mezcalera.

“En Cotija ya no trabajan algunos compañeros. La falta de seguridad es excesiva”, señaló Debolla en una declaración contundente.

Aunque los casos más recientes de violencia ocurrieron en Cotija, otras localidades también son consideradas focos de peligro por los productores. Según Debolla, en municipios como Charo, Chiquimitío e Indaparapeo también se han reportado extorsiones y amenazas, aunque los afectados prefieren no denunciarlas por temor a represalias.

“Sabemos que hay extorsiones porque los compañeros lo han dicho, pero muchos callan por miedo”, explicó.

La violencia no solo impacta directamente a las familias de las víctimas, sino que también frena el desarrollo comercial de un producto con fuerte arraigo cultural y potencial económico. La presidenta municipal de Ario de Rosales, Johana Mendoza, reconoció el daño que estos hechos generan en la región. “Lamentamos profundamente estos homicidios y confiamos en que las autoridades ya estén atendiendo el caso”, declaró.

El mezcal michoacano es una bebida tradicional que ha ganado reconocimiento nacional e internacional. Sin embargo, la creciente violencia amenaza con frenar su producción y afectar a cientos de familias que dependen de esta actividad para subsistir.

Los representantes del gremio mezcalero hicieron un llamado urgente a los gobiernos estatal y federal para que refuercen la seguridad en las zonas productoras, garanticen el libre ejercicio del trabajo y eviten que más homicidios queden impunes. “No podemos permitir que estos crímenes se normalicen. Exigimos justicia y protección”, concluyó Debolla.

El asesinato de los dos productores debe ser un punto de inflexión para replantear la estrategia de seguridad en el estado y proteger una de las industrias más emblemáticas de Michoacán.