Se cumplieron dos años de que la Organización Mundial de la Salud, calificó como pandemia el brote de coronavirus, fue el 11 de marzo del 2020, la decisión fue tomada por la cantidad de casos confirmados en el mundo, eran 118 mil 326 en ese momento, y por el número de países que habían registrado por lo menos un caso, eran más de 100.
Para ese día, México contaba solo 11 casos confirmados, 7 hombres y 4 mujeres, todos tenían como antecedente “viaje al extranjero”, solo uno de ellos estaba hospitalizado y otro era observado con cuidado porque fue asintomático.
El discurso oficial se centraba en el uso o no del cubrebocas, la postura era clara y contundente: no, se explicaba que el cubrebocas no era útil para proteger a personas no enfermas.
Las cosas cambiaron drasticamente en las siguientes tres semanas, para el 23 de marzo, entraba en vigor, la jornada nacional de sana distancia y para el 31 de marzo, por decreto presidencial, México se declaraba en emergencia sanitaria “por causa de fuerza mayor”.
El Consejo de Salubridad General anunciaba medidas extraordinarias en todo el país, se suspendían las actividades no esenciales, para los sectores esenciales, no se permitían reuniones de más de 50 personas, se recomendaba el lavado de manos, el estornudo de etiqueta y la sana distancia, no saludar de mano, no besos, no abrazos, el llamado era a no salir de casa, registrabamos mil 94 casos y 28 muertos.
Pero seguiamos sin pedir el uso del cubrebocas.
De hecho, el uso del cubrebocas se extendió en México gracias a los ciudadanos y a las autoridades locales, primero, fuimos los ciudadanos, le copiamos al mundo, vimos que lo usaban y que daba resultados, que era una herramienta indispensable para evitar contagios, de hecho, los agotamos, hubo momentos que era imposible conseguir un cubrebocas en este país.
Después del ejemplo que pusimos los ciudadanos, los gobiernos locales lo empezaron a exigir hasta que por “usos y costumbres” se volvió obligatorio.
Dos años después, parece que estamos cerca de decirle adiós por lo menos en espacios abiertos, al aire libre y mantenerlo en sitios cerrados.
Ya lo hizo, Nuevo León, allá, oficialmente, la gente puede dejar de usar el cubrebocas cuando esté en la calle.
Coahuila lleva el mismo camino.
Y la Ciudad de México lo está analizando, todo indica que es cuestión de días, y sabemos muy bien la influencia que tiene la Ciudad de México para la toma de decisiones en otros estados, sin duda, se dará un efecto dominó.
Se llegó a este momento después de la cuarta ola, esa dominada por la variante Omicrón, la más contagiosa.
Pero hoy, con casos a la baja, con menos hospitalizaciones y pocos fallecimientos, parece que nos volveremos a ver las caras.