El trabajo infantil es una de las problemáticas más graves que existen en México y el mundo, porque en lugar de aprender a leer, escribir o jugar, millones de niñas y niños interrumpen su desarrollo para realizar actividades que, además de ser ilegales, no corresponden a su etapa de crecimiento. Es una realidad que sustituye el derecho al estudio por una actividad económica forzada, muchas veces no remunerada.
De acuerdo con el INEGI, hasta 2022 había 3.7 millones de niñas y niños en situación de trabajo infantil en México. Esto equivale al 13.1% de la población de entre 5 y 17 años. Son casi cuatro millones de menores que ven limitada su posibilidad de estudiar y desarrollarse plenamente. Muchos trabajan sin paga, obligados por adultos que los usan como herramienta de ingresos. Del total, el 60.2% son niños y el 39.8%, niñas.
De esos 3.7 millones, 48.6% de infantes se desempeñaban en ocupaciones no permitidas, 42.9% en quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas y el 8.5% restante en ambos casos, añadió el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Por lo anterior, cada 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Una oportunidad para reflexionar, tomar conciencia y preguntarnos qué acciones —por mínimas que parezcan— podemos emprender para luchar contra esta realidad y garantizar que la infancia esté libre de explotación en todo el mundo.
La Organización Internacional del Trabajo instituyó el 12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, como una forma de poner de manifiesto la situación mundial de las niñas y niños que trabajan.
— INEGI INFORMA (@INEGI_INFORMA) June 9, 2025
En el marco de esta conmemoración, el #INEGI presenta indicadores… pic.twitter.com/RGlzZ0vlTh
¿Qué es el trabajo infantil?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el trabajo infantil como aquellas actividades que privan a los menores “de su niñez, su potencial y su dignidad”, y que, además, son perjudiciales para su desarrollo físico y psicológico. Estas prácticas, aún comunes en muchos países, impiden el desarrollo pleno de las infancias y limitan sus posibilidades futuras.
La OIT también clasifica las peores formas de trabajo infantil (PFTI), consideradas como delitos graves. En su documento “ABC del trabajo infantil” se incluyen prácticas como el trabajo forzoso, equiparable a la esclavitud, que vulnera la dignidad de los menores de 18 años, y el trabajo peligroso, que afecta su salud y seguridad.
También forman parte de las PFTI la explotación sexual, la producción de contenido sexual ilegal, el reclutamiento infantil en conflictos armados y la participación forzada en actividades ilícitas. Todas estas prácticas ponen en grave riesgo la vida e integridad de las niñas y niños afectados.
🎒✏️ Libros, no herramientas.
— OIT (@OITnoticias) June 11, 2025
Cada niña y niño merece un aula, no un lugar de trabajo. Acabemos con el #TrabajoInfantil. pic.twitter.com/wBBb9dkbVf
Causas y consecuencias del trabajo infantil
La pobreza y el acceso limitado a servicios básicos como salud, educación y vivienda son las principales causas del trabajo infantil, según la UNICEF. La falta de empleos dignos para los adultos, la inseguridad alimentaria y las crisis económicas, sanitarias o climáticas pueden agravar este fenómeno.
Las consecuencias pueden ser devastadoras, ya que los menores son expuestos a condiciones peligrosas que comprometen su salud y seguridad. Además, se les niega el derecho a una infancia plena y a la educación, lo que perpetúa el ciclo de pobreza en el que nacieron. Muchos abandonan la escuela y crecen sin acceso a oportunidades reales de desarrollo.
Cifras del trabajo infantil
Según datos de UNICEF, alrededor de 160 millones de niñas y niños en el mundo son víctimas del trabajo infantil. África subsahariana concentra el 23.9% de estos casos, con 86.6 millones de menores trabajando ilegalmente. Le siguen Asia central y meridional con 26.3 millones, y Asia oriental con 24.3 millones.
En los últimos cuatro años, el número de casos ha aumentado en más de ocho millones, impulsado por los efectos de la pandemia de Covid-19 y la inestabilidad económica global, que afectó de manera desproporcionada a las familias más vulnerables.
¿Qué podemos hacer para luchar contra el trabajo infantil?
UNICEF plantea diversas estrategias para combatir esta realidad. Más allá de las leyes necesarias que debe establecer cada país, se requieren medidas urgentes y sostenidas para transformar las condiciones estructurales que permiten el trabajo infantil.

La primera es reducir drásticamente la pobreza, pues mientras existan carencias extremas, los menores seguirán siendo incorporados al mercado laboral. También es fundamental garantizar una educación de calidad, que ofrezca herramientas reales para el desarrollo profesional y personal de las nuevas generaciones.
Además, ofrecer empleos dignos a los adultos responsables de los menores reduce la presión económica sobre las familias. Por último, es clave transformar las normas sociales que normalizan o justifican el trabajo infantil, y que todavía prevalecen en muchas culturas del mundo.