¿Quién ha sido el verdadero motor de la historia? Muchos pensarán en emperadores, gobernantes o políticos. Otros dirán que fueron los generales y líderes militares. Pero la realidad es mucho menos glamurosa y mucho más trascendente: el actor más revolucionario en la historia de la humanidad ha sido la clase media.

Es la burguesía, los comerciantes y los ciudadanos comunes quienes dieron vida al libre mercado. Ellos son los verdaderos arquitectos de la modernidad, los que construyeron el pilar fundamental de la creación de riqueza y la base de todas las sociedades libres.

Porque el mercado no es un invento del capitalismo moderno, sino de la civilización misma. Desde los primeros intercambios del Homo sapiens, el comercio ha sido la forma más eficaz de cooperación entre los seres humanos. El intercambio voluntario no sólo permitió sobrevivir, sino también prosperar.

Con la primera globalización del siglo XVI, el mundo se transformó: más productos, más mercancías, más materias primas circularon que nunca antes en la historia. Esta expansión multiplicó la actividad comercial, generó prosperidad y, por primera vez, unió al planeta en una red común de intercambio.

Ese dinamismo trajo consigo innovación y creatividad. Se trazaron nuevas rutas comerciales y se diversificaron los productos disponibles. Nacieron sistemas bancarios y financieros, surgieron nuevas formas de administración y mercadotecnia. El comercio abrió la puerta al progreso como nunca antes.

El objetivo último de la libertad económica es sencillo pero decisivo: la generación de riqueza. Ese es el cimiento de todas las demás libertades y del ideal liberal más profundo: la búsqueda de la felicidad. No se trata de acumular dinero, sino de no depender de nadie, de no tener dueño.

La libertad económica es la única que garantiza la libertad política. Y sin libertad política, no existen las libertades sociales ni, mucho menos, la libertad individual. La cadena de libertades se rompe en el momento en que el Estado te arrebata tu derecho más esencial: la búsqueda de tu propia felicidad.