¿Qué busca el ser humano en la educación? En términos simples, nos educamos para conocer y entender nuestro entorno, y eventualmente transformarlo. La educación y el conocimiento nos permiten escapar del provincialismo de nuestras mentes individuales, ampliar la mirada, descubrir otras culturas y distintas formas de percibir el mundo; otras maneras de existir y de vivir. Pero la educación también tiene un lado oscuro. En manos equivocadas, la transmisión de conocimiento puede transformarse en adoctrinamiento, esclavizando la mente y llevándola de vuelta al oscurantismo.

Todos conocemos el proverbio chino que dice: “Si quieres alimentar a un hombre por un día, dale un pescado; si quieres alimentarlo toda la vida, enséñale a pescar”. El agregado moderno sería: si quieres sacarlo de la pobreza para siempre, enséñale a colocar su pescado en los mercados internacionales.

Lo que México necesita es descentralizar la educación y empoderar a padres y maestros como los verdaderos responsables del proceso educativo. No podemos seguir atrapados en un modelo del siglo pasado, aferrados a visiones nacionalistas y excluyentes. O aceptamos que vivimos en el siglo XXI, con una educación moderna e internacional que aproveche la globalización, o seguiremos navegando contra corriente.

México lo tiene todo: recursos, talento, trabajo, una posición estratégica envidiable. Sin embargo, seguimos en tierra. Si contamos con todo en apariencia y aun así no despegamos, lo que falla son las ideas. Y las ideas se siembran en la educación.Hoy todavía enseñamos a los niños a venerar la pobreza, a culpar al español y al gringo, a creer que la riqueza depende solo de los recursos naturales, que “sin maíz no hay país”, que la soberanía se mide en petróleo. Narrativas ideológicas que poco tienen que ver con la realidad, pero que determinan nuestro futuro.