A algunas personas les encanta bailar. Apenas escuchan música y ya están moviéndose, felices, como si no existiera nada más. Para otras, en cambio, por su personalidad la pista de baile es el último lugar en el que quieren estar.
Y no, no es falta de ganas de divertirse. A veces, simplemente no hay conexión. Y eso está bien. Lo interesante es que hay razones más profundas detrás de esto, y la psicología lo ha estudiado.
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No bailar no te hace raro, solo habla de tu historia (y quizá de tu genética)
No todas las personas nacen con la misma facilidad para coordinar su cuerpo con la música. De hecho, según un estudio publicado en Nature Human Behaviour, hay factores genéticos que influyen en esa capacidad. No es que se herede el gusto por bailar como tal, pero sí ciertos rasgos que hacen que se te facilite… o no.
Y cuando no se te da, lo más normal es que la inseguridad aparezca. Tal vez en la infancia te sentiste fuera de lugar en una fiesta, alguien hizo un comentario, te reíste para disimular… y desde entonces preferiste evitarlo. Nada grave. Sólo una forma de protegerte.
@edmunozrealtor No es secreto que tengo 2 pies izquierdos. #latinorealtor #diciembre #salsa #dancing ♬ No Le Pegue a la Negra - Salsa Mix
A veces, no moverse también es una forma de cuidarse
Bailar no es solo mover el cuerpo: también es exponerse. Y cuando la autoestima no está del todo fuerte, o cuando se ha vivido con miedo al juicio o al ridículo, esa exposición puede sentirse enorme. Quedarse al margen puede ser una forma silenciosa de decir: “prefiero no pasarla mal”.
Esto no tiene que ver con ser una persona amargada o tímida, ni con “no saber divertirse”. Es mucho más complejo que eso, y también mucho más humano.
¿Y si un día sí quieres moverte al ritmo de la música?
Aunque no todas las personas disfrutan bailar, está comprobado que puede traer muchos beneficios: reduce el estrés, mejora el ánimo, ayuda a la concentración y libera tensiones. Pero para que eso funcione, el entorno tiene que sentirse seguro. Sin presión. Sin miradas que pesen.
Quizá bailar no sea tu forma favorita de expresarte, y está bien. Pero si algún día te nace moverte sin pensar si se ve bien o mal, hazlo por ti. No por cumplir con nadie, sino porque el cuerpo también tiene su forma de decir lo que callamos.