¿A partir de qué edad una mujer es considerada “vieja” en México?

La palabra “vieja” pesa. Y no solo por lo que dice, sino por todo lo que implica socialmente. En términos formales, se considera que una mujer entra a la vejez a partir de los 60 años de edad, según instituciones y especialistas en gerontología.

Pero eso no quiere decir que esa persona ya no valga o que esté en “la última”. Nada que ver. La vejez es solo una etapa más de la vida, con sus propias transformaciones, sí, pero también con muchas posibilidades.

El problema es que culturalmente se ha insistido en verla con desprecio, como si el hecho de envejecer fuera algo malo, algo que hay que esconder o temer. Y no. Envejecer es vivir. Y vivir, a cualquier edad, siempre tiene sentido.

Las cifras proporcionadas por el Gobierno de México indican que 6 de cada 10 personas adultas mayores son mujeres.

Y aunque viven más —en promedio, hasta los 78 años—, también enfrentan muchos más retos: sueldos bajos en el pasado, pocas pensiones, cargas familiares que no acaban... y encima, el juicio social por no cumplir con los estándares de juventud eterna.

Vivimos en una cultura obsesionada con la apariencia, con la productividad, con lo “útil”. Y ahí es donde el “viejismo” hace de las suyas.

Se trata de esa actitud —a veces sutil, a veces brutal— que minimiza, infantiliza o excluye a las personas mayores, sobre todo si son mujeres. Como si ya no importaran, como si su voz no contara.

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La gerontología plantea algo muy simple, pero profundo: envejecer no es un problema, es un proceso natural que nos atraviesa a todas y todos desde que nacemos. La diferencia está en cómo llegamos a cada etapa y en cómo la vivimos, dependiendo de lo biológico, lo emocional, lo social.

Hablar de vejez no debería dar miedo. Lo que debería darnos miedo es no construir un entorno que acompañe esa etapa con dignidad, con cariño y con respeto.

Porque la vejez no es sinónimo de enfermedad, ni de soledad, ni de olvido. Y claro, tampoco tiene por qué ser el fin de nada. Hay mujeres mayores que crían nietos, que trabajan, que aman, que aprenden, que ríen. Y eso también hay que decirlo.