Es muy común ver a insectos voladores acercarse con gran intensidad a las luces artificiales muy brillantes, como lamparas o focos, al grado de ver a un gran número de ellos acumulados alrededor de estos artefactos. Los peligros que corren estas criaturas es que pueden ser devoradas más fácilmente por depredadores o sobrecalentarse.
Esta situación nos podría parecer algo muy común pero, ¿por qué a los insectos les atrae tanto las luces brillantes?
Todo se debe a la orientación transversal, que es muy parecido a cuando los humanos nos guiamos por las estrellas para ubicarnos, de la misma forma, se cree que los insectos y en especial las polillas mantienen la fuente de luz en una posición determinada en relación con sus cuerpos para orientarse. También se sabe que hay elementos dentro de los ojos de las polillas sintonizados con la luz tenue que actúan como telescopios en miniatura , por lo que cuando detectan iluminación artificial intensa, esta puede actuar como un superestimulante.
Dentro de la evolución de estos insectos, entre ellos las polillas, no se pudo predecir el gran avance que tendría luz eléctrica en nuestro mundo moderno, ya que al tener tantas luces artificiales las 24 horas del día, afectamos a estas especies. Muchos ambientalistas consideran que el día en que Thomas Alba Edison patentó la bombilla en 1880, fue un día funesto en la historia de las polillas.
