Una madre, cuya fortaleza se mide en cada paso que da sobre la tierra, ha compartido el doloroso relato de su búsqueda. Ella es Jacqueline Palmeros, madre de Montserrat Uribe Palmeros, cuya localización parcial fue confirmada tras la cuarta jornada de rastreo regional en la zona del Ajusco, en noviembre de 2024. El testimonio de Jacqueline no es solo una crónica de pérdida, sino una acusación profundamente sentida contra la ineficacia de las instituciones.

Con una voz que refleja la frustración, la señora Palmeros expresó un sentimiento de completo desamparo por parte del gobierno en el caso de su hija. Su amarga certeza es que, si las familias no toman la iniciativa y salen a buscar, la maquinaria oficial se paraliza. Esta necesidad de buscar por sí mismas impone una carga inmensa sobre los parientes, que se convierten en los héroes anónimos de la tragedia.

Mujeres se sienten solas; tienen la “responsabilidad” de encontrar a sus seres queridos

La consecuencia directa de este vacío institucional recae sobre los más vulnerables. Numerosas mujeres se encuentran en la misma situación que Jacqueline, asumiendo la responsabilidad de criar a sus nietos debido a la indiferencia estatal hacia las víctimas colaterales. Estos familiares son el lado menos visible de la crisis de personas desaparecidas: aquellos cuyo dolor se vive en la sombra, con la tierra como único testigo mudo de su sufrimiento.

Estas mujeres valientes deben emprender la misión de encontrar a sus seres queridos en total soledad, sin contar con recursos ni apoyo. Es urgente establecer un mecanismo financiero que pueda cubrir tanto los gastos que implican las labores de rastreo como las indemnizaciones necesarias para los casos de feminicidio. A pesar de que los líderes nacionales han utilizado la figura de madres como Jacqueline como eje central de sus discursos políticos, esta aparente preocupación no se traduce en una asignación presupuestaria que honre ese compromiso.

Escaso financiamiento revela indiferencia ante la crisis de desapariciones en el país

La Asociación Civil Engenera lo confirma con cifras escalofriantes. Su análisis del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2026 revela que solo se destina un minúsculo 0.08% del gasto total a la Secretaría de las Mujeres. Esta insignificante partida de dinero, reflejada en el anexo correspondiente, resulta totalmente insuficiente para ofrecer una respuesta adecuada a la amplia gama de agresiones que enfrentan las mujeres en el país.

El contraste entre las palabras y los hechos es abrumador. La realidad que viven estas familias está marcada por una escasez de ayuda económica y, en la mayoría de los casos, por la negación de la justicia que merecen. La lucha de Jacqueline y de tantas otras madres es, en esencia, una batalla de amor incansable contra la frialdad de la burocracia.