El caso de Linda ilustra el profundo sufrimiento y las dificultades que afrontan miles de madres en México al intentar sacar adelante a sus hijos con padecimientos severos, luchando en un entorno de carencias y obstáculos. Cada visita al Hospital Infantil de México Federico Gómez en busca de atención médica para su pequeña se transforma en un verdadero calvario, obligándola a sortear largos desplazamientos y la constante escasez de medicamentos y materiales básicos.
El calvario de madres en México buscando atención médica para sus hijos
La niña, de tan solo seis años de edad, padece un cuadro clínico extraordinariamente complicado. Ha sido diagnosticada con un nivel de Autismo grado tres, además de sufrir de estreñimiento crónico severo y haber sido intervenida quirúrgicamente por una hernia inguinal lateral.
Su condición incluye ser incapaz de articular palabras o caminar, presentando serias deficiencias cognitivas y movimientos corporales que no puede controlar. Para llegar a sus citas médicas, Linda se ve obligada a cargar a su hija a lo largo de extensos trayectos, ya que no cuenta con un medio de transporte adecuado. El gasto en taxis y otros servicios de movilidad supera habitualmente los 600 pesos por visita, una carga financiera considerable.
La escasez de suministros médicos y la carga financiera enfrentadas por familias en hospitales
Una vez en el centro hospitalario, el calvario de Linda apenas comienza, pues la carencia de materiales básicos es una constante. La madre relató que, ante la falta de suministros esenciales, como las sondas médicas, el propio personal de salud ha llegado a sugerir el reuso de material ya utilizado, incluso si este ha sido contaminado con materia fecal.
Esto ha forzado a Linda a desembolsar su propio dinero para adquirir las sondas necesarias para la atención de la menor. A esta situación se suma la negación de estudios vitales: en una ocasión, se le informó que el hospital no disponía del procedimiento de colon por enema que su hija requería urgentemente. La madre ha investigado que el costo de realizar dicho estudio en una institución privada oscila entre los ocho mil y once mil pesos.
El problema de desabastecimiento se extiende a la farmacia, donde Linda y muchos otros padres deben esperar en largas filas con la esperanza de conseguir los tratamientos para sus hijos enfermos. La dura verdad es que frecuentemente son devueltos a casa con las manos vacías por la indisponibilidad de fármacos, como ocurrió con el Abriprazol de quince miligramos, del cual se le dijo que llevaba mucho tiempo sin ser surtido.
Aunque el personal señaló que el inventario se actualiza los días jueves, no pueden confirmar qué medicamentos arribarán. Esta realidad contrasta duramente con los datos oficiales de la Secretaría de Salud Federal, que asegura contar con un surtido de medicamentos del 97%. La experiencia de los afectados sugiere que estas cifras están distorsionadas, dado que más de cuarenta y cuatro millones de personas sufren las consecuencias directas de la escasez de medicinas en el país.












