El crimen organizado ha identificado una nueva fuente de ingresos ilícitos: la manipulación y venta de productos lácteos robados y alterados, un delito conocido como “lechicoleo”. Esta actividad se concentra mayormente en el estado de Guanajuato, donde los delincuentes interceptan vehículos de transporte cisterna, o “pipas”. En algunos casos, los contenedores son sustraídos completamente; en otros, son drenados parcialmente y enviados a su destino semivacíos; y en ocasiones, se entregan íntegros, pero con el contenido previamente adulterado.
Nuevo delito en Guanajuato: el fraude con productos lácteos afectando la salud y la economía local
Para aumentar el volumen y la rentabilidad de la leche sustraída, los criminales implementan un proceso de modificación química. Diluyen el lácteo con una mezcla de agua y sal, e incorporan almidón con el fin de preservar artificialmente la sensación de untuosidad que caracteriza a la leche natural. Adicionalmente, se añade bicarbonato de sodio para neutralizar el gusto agrio que emerge debido a la descomposición. El resultado es un líquido que, aunque parece ser leche, ha perdido sus propiedades nutritivas esenciales y solo proporciona una falsa sensación de saciedad.
El riesgo sanitario de consumir este producto es significativo, ya que al ser robado, el lácteo interrumpe su cadena de refrigeración, volviéndose vulnerable a la multiplicación de microorganismos perjudiciales. Para mitigar esta proliferación bacteriana, los grupos delictivos le incorporan agua oxigenada antes de comercializarla. A pesar de que los consumidores pueden ser advertidos de que están adquiriendo un producto fraudulento, la percepción de que “los niños lo beben bien” persiste.
La leche robada es adulterada químicamente, poniendo en riesgo la salud de los consumidores vulnerables
El fraude se agrava al considerar que la grasa láctea, el componente de mayor valor económico en la leche, es extraída sistemáticamente por los delincuentes. Para simular su presencia, se incorporan grasas de origen vegetal. Dado que la leche es una emulsión natural de grasa en agua, el reemplazo con aceites vegetales requiere la adición de sustancias detergentes para lograr la mezcla.
El consumo de esta leche contaminada representa una seria amenaza para la salud, siendo especialmente preocupante su naturaleza indetectable para el consumidor común. La situación se torna más grave porque su venta se enfoca en las comunidades de bajos recursos. Los efectos en la salud van desde complicaciones gastrointestinales hasta la posibilidad de que ciertas sustancias químicas empleadas posean un potencial cancerígeno .
Las pérdidas económicas para productores formales alcanzan 13 mdp al mes
Este fenómeno está generando pérdidas económicas sustanciales a los productores formales de lácteos, cuantificadas en trece millones de pesos mensuales. La magnitud del problema se refleja en las cifras de decomisos: a lo largo de ocho meses, las autoridades han incautado ciento sesenta mil litros de producto adulterado en las ciudades de Irapuato y León, así como en las carreteras circundantes.
Para evitar ser víctima del “lechicoleo”, se aconseja adquirir leche únicamente en establecimientos de confianza. Si la compra es directa de la fuente (leche “bronca"), debe ser a proveedores que cuenten con certificación. Como medidas de precaución visual y olfativa, se recomienda no permitir que los infantes sean los primeros en ingerirla y descartar cualquier producto que presente una separación anormal de sus componentes o que emita un olor parecido al jabón o ácido.