La maestra indígena, Gregoria, pasó más de dos años en la prisión de Barrientos, en Tlalnepantla, Estado de México. Una vecina la acusó por los delitos de extorsión y delincuencia, pero sus familiares aseguran que las acusaciones vienen, más bien, por discriminación y racismo.
La afectada, que estuvo dos años en la cárcel, salió el pasado 18 de julio, porque un juez ordenó su liberación; no obstante, el caso aún no termina, por lo que los familiares de la maestra oaxaqueña exigen justicia.
Gregoria denunció haber sido falsamente acusada
Ante esta situación, en entrevista en Hechos AM con Otoniel Martínez, Vaitiare Mateos y Leo Arriaga, la docerente Gregoria denunció haber sido falsamente acusada de extorsión, víctima de racismo y hostigamiento por parte de una vecina con poder.
“Yo llegué a vivir al fraccionamiento hace 22 años. Estaba casada en ese momento y después nacieron mis niñas.
“La señora, casada también con tres hijos, siempre fue muy especial. Nos limitaba el espacio, nos miraba feo, tal vez por ser una mujer indígena de un pueblo originario de Oaxaca”, explicó Gregoria.
La mujer que fue señalada injustamente explicó que, a partir de ahí, comenzaron las agresiones de la señora, inensificándose más en 2015: “Falleció mi esposo, y fue cuando la situación empeoró. Ella, su esposo y sus hijos empezaron a agredirme”.
#Entrevista | “Una mentira destruyó mi tranquilidad”: Gregoria rompe el silencio en #HechosAM
— Fuerza Informativa Azteca (@AztecaNoticias) July 21, 2025
La maestra Gregoria “N” denunció haber sido falsamente acusada de extorsión, víctima de racismo y hostigamiento por parte de una vecina con poder.
Tras años de silencio, agradeció a… pic.twitter.com/NgSalDE0uV
Alcances de una mentira, una pesadilla para Gregoria
Gregoria indicó que, desde esa fecha, vivió días terribles y de pesadillas, pues nunca imaginó los alcances de una mentira.
“Para mí es como una pesadilla porque yo nunca imaginé los alcances de una persona y los alcances de una mentira. Ya me había levantado carpetas antes, pero no progresaron. En la última me acusa de extorsión, y por eso estoy luchando para demostrar que no cometí ese delito.
“Soy maestra de educación primaria, orgullosa de enseñar conocimientos y valores. Pido que investiguen a qué me dedico; soy una mujer viuda, indígena, una ‘insignificante maestra’, como ella decía. Pero sí sé hablar, sí me comunico; tal vez no tengo su color de piel o sus contactos, pero eso no me hace menos mexicana”, agregó.
Gregoria relata que vive con una enorme angustia e incertidumbre desde hace dos años, tiempo en el que ha estado separada de sus hijas, quienes fueron víctimas indirectas del conflicto vecinal que terminó con su madre en prisión. Gregoria recuerda que cuando iniciaron las agresiones, sus hijas eran pequeñas y apenas comenzaban a enfrentar la pérdida de su padre.
Ahora, enfrentan también la ausencia de su madre, lo cual califica como un golpe devastador. Aun así, ella sostiene que su prioridad siempre han sido sus hijas, su labor como maestra y su compromiso con las familias de su comunidad.
Pese a la adversidad, Gregoria destaca el respaldo que ha recibido de sus colegas, alumnos, madres de familia y paisanos. Afirma con orgullo que es una mujer indígena que ha dedicado su vida a la educación básica, una vocación que la llena de sentido y dignidad.
Su rutina diaria, que comienza desde las 05:00 horas para llevar a sus hijas a la escuela y luego cumplir con su jornada docente, refleja su entrega profesional.
Hoy, más que nunca, agradece las muestras de apoyo de quienes piden justicia y exigen una investigación clara sobre su caso.
Su historia, cargada de dolor y resistencia, representa el rostro humano de muchas mujeres indígenas injustamente criminalizadas.
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