Quienes dedicaron décadas a proteger a la ciudadanía en la capital del país, enfrentando el crimen y arriesgando su vida, hoy se sienten desamparados. Antiguos miembros de la Dirección General de Policía y Tránsito, que cumplieron su ciclo laboral y se retiraron con los beneficios que la ley les otorgaba, denuncian que su situación cambió drásticamente a partir de 2018.

“Solo fui una policía que se dedicó 30 años a servir. Sí, anduve tras delincuentes, violadores, secuestradores. Participaba incluso en balaceras, privamos a algunos tipos de asalto, robos. Fue enfrentarme a delincuentes como motociclista,” relata Patricia. Espinoza, una de las afectadas, resumiendo una vida de servicio activo en las calles, enfrentando directamente a la delincuencia.

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La preocupación de estos ex-servidores públicos radica en la pérdida de beneficios que antes consideraban garantizados. “Ya no tenemos créditos hipotecarios. Ya no tenemos préstamos a corto plazo como lo marca la ley”, lamentan.

La situación se extiende a otros apoyos esenciales: “Teníamos apoyo de sillas de ruedas, muletas, aparatos para oír, gotas oftálmicas, etcétera. Se acabó todo eso. Lo único que no han tocado de nuestras prestaciones es la pensión. Todo lo demás se acabó". Incluso el apoyo médico en el Hospital de la Luz para compañeros con problemas de vista, que antes existía, ya no está disponible en la actualidad.

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Los afectados estiman que la cifra de jubilados en esta situación asciende a miles, aproximadamente 30,000 ex-policías. Muchos de ellos, tras años de servicio, se encuentran en condiciones de salud delicadas: “Somos policías. Muchos, ay, están balaceados, mutilados, hipertensos, diabéticos. Es un universo impresionante de gente que requiere de muchas cosas”. La preocupación por la salud se agrava con la falta de insumos básicos: “No hay ni insulina para nadie”, señalan con alarma.

El temor a perder lo único que queda: La pensión

El principal temor de este grupo de jubilados es la posibilidad de que, en un futuro cercano, se les retire incluso la pensión. La incertidumbre de escuchar un "“¿Saben qué? Se acabó el dinero, ya no hay pensiones”" los persigue.

Comparan su situación con la de otros países, donde un policía jubilado es considerado un héroe, una realidad que, según ellos, contrasta tristemente con su vivencia en México. “Aquí tristemente, ¿no? Aquí para hacer usted un número más. Por todos sus años de servicio”, expresan con decepción.

La demanda de estos ex-policías es clara y concisa: “Que nos devuelvan lo que teníamos, que fue nuestro, ¿no? Porque a lo largo de los años nos lo ganamos”. Claman por la restitución de los derechos y beneficios que adquirieron con décadas de dedicación y riesgo en favor de la seguridad de la ciudadanía, esperando que sus años de servicio no queden en el olvido.

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