Entre 1921 y 1922 fue publicado el libro “Economía y Sociedad”, una obra póstuma del reconocidísimo sociólogo alemán Max Weber.
En este mamotreto, de más o menos mil 300 cuartillas, el apodado “padre de la Sociología” ofreció varias explicaciones sobre la legitimidad y la dominación, entre otras muchas cosas interesantes.
Sobre la dominación, por qué unos mandan y otros obedecen, Weber dice que existen básicamente tres tipos, que describo a continuación:
1. Dominación legal:
Se obedece a la regla y no a la persona; es decir, es la ley la que determina a quién y en qué medida se obedece.
2. Dominación tradicional:
Se obedece a la persona por mera costumbre; es decir, lo que precedió es el fundamento de la dominación.
3. Dominación carismática:
Se obedece a la persona por una devoción afectiva; es decir, hay un vínculo emocional en relación con la persona que domina.
Esta clasificación es apenas un fragmento de la vasta y compleja obra de Weber. Sin embargo, puede llegar a ser muy útil para entender algunos procesos políticos como la sucesión de la Reina Isabel II.
La reina gozó de mucha popularidad; prácticamente todo el mundo la conocía. El 97 por ciento de las personas en el Reino Unido sabía quién era y cerca del 75 por ciento la aceptaba y aprobaba su gestión de poco más de 70 años. Ni más ni menos.
Y si bien su mandato pudo haberse constituido por más de una de las formas de dominación citadas por Weber, es claro que destacaba su carisma por encima de las otras. ¿O acaso hay alguien que asegure que solo estaba ahí “porque le tocaba” o porque “así lo dice la Ley”? Yo lo dudo.
Pienso que genuinamente se creó un vínculo en relación con la Reina Isabel II, la reina madre.
Para muestra están las reflexiones del maestro Gabriel Díaz Rivera en el podcast de Fuerza Informativa Azteca “Detrás de los Hechos” o, incluso, se entiende el llanto de cierta locutora que no contuvo las lágrimas en pleno show en vivo.
Y claro, un poco más serios, también están las encuestas de las agencias internacionales YouGov e IPSOS que muestran la simpatía de los británicos respecto a la corona y específicamente cuando se trata de la Reina Isabel II.
El Rey Carlos III está más cerca de una dominación tradicional
El problema emerge cuando nos damos cuenta que el esquema de dominación carismática mantenía unidas muchas cosas; entre ellas, la aceptación de los gastos para mantener a la corona e, incluso, la misma cohesión entre las varias regiones adscritas al llamado Reino Unido.
El ahora rey, Carlos III, es igual de famoso que su madre: cerca del 96 por ciento de los británicos lo conoce, pero no es aceptado pues solo el 42 por ciento de la gente lo aprueba. Algo diametralmente distinto a lo que su madre reflejaba o lo que inspiran otros miembros de la familia real, como su hijo William que goza de un 66 por ciento de aceptación.
Y si a esto le sumamos los desplantes del rey entrante, como el berrinche que hizo con el tintero, y toda la polémica que arrastra desde su matrimonio con la princesa Diana de Gales, Carlos está más cerca de una dominación tradicional y, si me apresuran, hasta exclusivamente legal.
Con Isabel II se agotó la dominación carismática y es muy probable que con ella se marche un poco de obediencia. ¿Podrá Carlos sortear con todo esto o estamos en el ocaso de la corona británica? ¿Ustedes qué piensan?