El legado de Melchor Ocampo, uno de los arquitectos de las Leyes de Reforma, resuena con fuerza en la actualidad. Sus ideales de un Estado laico, una ley equitativa y la defensa de la libertad son tan relevantes hoy como lo fueron en el siglo XIX. Pero, ¿qué diría este prócer de la reforma si viviera en el México de 2025? Basado en sus principios y escritos, podemos vislumbrar su mensaje ante los desafíos de la modernidad.

El derecho a pensar diferente: La primera batalla

Para Ocampo, la esencia de la libertad radica en el derecho a disentir. “Saben qué es lo más difícil de defender”, diría, “tu derecho a pensar diferente”. Esta frase resume su convicción de que la tiranía no solo se manifiesta en la opresión física, sino en el control del pensamiento. En un país donde la polarización y la imposición de una sola visión son temas recurrentes, Ocampo nos recordaría que la diversidad de ideas es un pilar fundamental de la democracia.

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El poder y su eterna amenaza a la libertad

El filósofo liberal luchó contra un sistema en el que la ley no era igual para todos y un grupo, el clero y los conservadores, dictaba las normas de vida, la fe y la educación. “Por eso luché siempre contra la tiranía”, afirmaría, “porque el poder, venga de donde venga, siempre termina aplastando la libertad”. Esta advertencia es un eco atemporal que nos invita a ser vigilantes ante cualquier concentración de poder, sin importar quién lo ejerza.

Las Leyes de Reforma, que redactó, tenían un objetivo claro: que el poder dejara de ser un privilegio y la ley fuera pareja. Ocampo nos recordaría que su lucha fue para que “nadie se creyera dueño de tu conciencia ni de tu destino, para que nadie te dijera en qué creer”.

La voz de la ciudadanía: Un gobierno que obedece

Ocampo creyó en un México donde el poder residiera en la ciudadanía. “Yo creí en un México libre, un México donde los ciudadanos mandan y el gobierno obedece”, diría. Su visión de un gobierno al servicio del pueblo es un recordatorio de que la autoridad no debe coartar las libertades individuales. “Si permitimos que el gobierno, en nombre del pueblo, controle lo que piensas, lo que aprendes y lo que puedes decir”, advierte, “habremos regresado a ese pasado que tanto nos costó destruir”.

La libertad: Una lucha de todos los días

En un mundo saturado de información, donde la desinformación y la manipulación son herramientas de poder, las palabras de Ocampo son más pertinentes que nunca. “Dejen que les diga una verdad absoluta: la libertad nunca se regala, la libertad se gana y se defiende todos los días”. Esta frase final encapsula su legado: la libertad no es un regalo, sino una responsabilidad que requiere vigilancia y acción constante por parte de la sociedad.

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