Tras dos años y medio de una guerra civil brutal, el país africano de Sudán se ha hundido en la que las Naciones Unidas califican, sin atenuantes, como la peor crisis humanitaria del mundo.
Las cifras son un testimonio de la catástrofe: cerca de 150 mil víctimas mortales según el enviado especial de Estados Unidos Tom Parriello, 12 millones de personas desplazadas de sus hogares y 30 millones que requieren ayuda humanitaria urgente para sobrevivir, la mitad de ellos niños.
Un conflicto latente resultado de una lucha de poder entre el ejército regular sudanés (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un grupo paramilitar que evolucionó de las notorias milicias Janjaweed de Darfur, liderado por Mohamed Hamdan Dagalo, alias “Hemedti”. Y en los últimos días, esta guerra ha alcanzado un nuevo pico de horror con la caída de El Fasher.
Sudan’s catastrophic humanitarian crisis is worsening amid executions, attacks on civilians & other grave violations.
— United Nations (@UN) October 30, 2025
The UN & partners urge global action to protect civilians, end the violence, ensure access & accountability, and fund aid. https://t.co/n1vdCuw8eT — via @UNOCHA pic.twitter.com/NMfeVTukRG
La capital del estado de Darfur del Norte, un refugio que llegó a albergar a un millón personas, ha caído tras un asedio de 500 días. Lo que ha seguido no es una ocupación, sino una purga. Informes de la ONU, testimonios de supervivientes y análisis forenses digitales del Laboratorio de Investigación Humanitaria de la Universidad de Yale pintan un cuadro de depravación sistemática: ejecuciones masivas, ataques indiscriminados contra hospitales y una violencia étnica dirigida contra la población civil.
La caída de El Fasher: una masacre documentada
La toma de El Fasher por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) no fue una batalla, fue una cacería. Con el acceso a internet cortado, los combatientes han operado con la confianza de la impunidad, sin saber que los satélites de Planet Labs y Airbus DS los estaban observando.
Millions of people in #Sudan are cut off from health care due to the ongoing attacks on health and block of lifesaving aid.@WHO is delivering supplies to places like Tawila, supporting families fleeing El Fasher, from cholera and acute malnutrition treatments to maternal and… pic.twitter.com/frDsCZaq8e
— Tedros Adhanom Ghebreyesus (@DrTedros) October 31, 2025
Las imágenes de Yale son irrefutables: “vehículos militares cerca de grupos de cadáveres” y “montones de cadáveres de personas ejecutadas en masa”.
Pero la evidencia más escalofriante proviene de los propios perpetradores. En el entorno digital, se han viralizado videos que revelan una violencia sádica. Un clip muestra a un comandante de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), Fateh Abdullah Idris, alias ‘Abu Lulu’, jactándose de haber matado a más de 2 mil personas.
🚨HUMAN SECURITY EMERGENCY🚨
— Humanitarian Research Lab (HRL) at YSPH (@HRL_YaleSPH) October 27, 2025
El-Fasher has fallen to RSF. HRL finds evidence of mass killings including door-to-door clearance operations and objects consistent with reported bodies on berm entrapping El-Fasher.#KeepEyesOnSudan
🛰️@AirbusSpace @Maxarhttps://t.co/1HApllgNL5 pic.twitter.com/yrCbM5HxeP
En una escena, se le ve disparando a un hombre desarmado que pide clemencia, respondiendo fríamente: “No tendré piedad de ti, nuestra misión es matarte”. Otros videos muestran a cautivos forzados a elogiar a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) antes de ser ejecutados.
La Fuerza Conjunta, aliada del ejército, acusó a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) de “ejecutar a más de 2 mil civiles desarmados” en cuestión de días, “en su mayoría mujeres, niños y ancianos”. La violencia es explícitamente étnica.
Hospitales convertidos en “mataderos humanos”
El colapso de El Fasher también ha significado la aniquilación de cualquier zona segura. Los hospitales, protegidos por el derecho internacional, han sido objetivos prioritarios. El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, se declaró “horrorizado y profundamente consternado” por el presunto asesinato de 460 personas dentro del Hospital Saudí de la ciudad.
La Red de Médicos de Sudán fue más directa, informando que los combatientes de las FAR “asesinaron a sangre fría a todas las personas que encontraron dentro del hospital saudí, incluyendo pacientes, sus acompañantes y cualquier otra persona presente”. Su conclusión fue lapidaria: las instalaciones médicas se habían “convertido en mataderos humanos”.
Los residentes que no pudieron huir de una población que se redujo de un millón a 250 mil, ahora están atrapados, enfrentando otro de los arsenales de las FAR: el hambre deliberada como arma de guerra.
El hambre como estrategia militar
La ciudad es, según UNICEF, “un epicentro del sufrimiento infantil”. La directora ejecutiva de la agencia, Catherine Russell, advirtió: “Estamos presenciando una tragedia devastadora: los niños de El Fasher se mueren de hambre mientras que los servicios de nutrición vitales de UNICEF están bloqueados”. Los precios de los alimentos básicos, como el maíz y el mijo, se han disparado a niveles imposibles.
Este colapso sanitario se agrava por el peor brote de cólera en Sudán en décadas, con más de 96 mil casos sospechosos desde julio de 2024.
Dos años y medio después del inicio de la guerra civil, Sudán se ha convertido en una herida abierta. Las condenas de la ONU y la UE suenan vacías frente a la jactancia de “Abu Lulu” y las imágenes satelitales que confirman una matanza sistemática.











