El pasado 18 de mayo de 2021 se descubrió el caso de uno de los mayores feminicidas de nuestro país. Se trata de Andrés Mendoza, mejor conocido como El Caníbal de Atizapán.
Su historia y el modo en el que atrapaba a sus víctimas conmocionó a México y al mundo entero. Lo sorprendente es que de no haber sido por un esposo que no se dio por vencido buscando a su pareja desaparecida, nunca se habría capturado a uno de los asesinos seriales que más marcaron a nuestro país. Esta es su historia.
¿Cómo y cuándo atraparon a Andrés Mendoza?
El Caníbal de Atizapán fue capturado tras la desaparición de Reyna González Amador el 14 de mayo de 2021 luego de que su esposo comenzara una búsqueda para encontrarla. Fue gracias a una aplicación que rastreó el celular de Reyna, que pudo dar con su ubicación, pero lo que descubriría le helaría la sangre a cualquiera.
El hombre encontró los restos de su esposa en la casa de Andrés Mendoza. Lo anterior solo fue la punta del iceberg, pues la policía encontró restos humanos colocados en sal para conservarlos, cabelleras y una habitación subterránea para enterrar huesos de sus víctimas.
Andrés tenía una libreta en donde llevaba el recuento de sus víctimas, así que anotaba su nombre, edad y cuánto pesaban. También anotaba ciertas partes del cuerpo que había cortado con exactitud, ya que había estudiado varios libros de anatomía para saber dónde hacer los cortes.
Además, en la macabra escena se encontraron diferentes prendas de ropa, credenciales, bolsos, celulares, fotografías, así como 29 cintas con grabaciones de sus crímenes.
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Esta fue la sentencia para Andrés Mendoza
Al momento de ser detenido, Mendoza confesó haber cometido alrededor de 30 delitos en los últimos 20 años; sin embargo, se piensan que pueden ser más porque tiene otras dos propiedades que no han sido revisadas.
Andrés Mendoza también confesó haber comido la carne de sus víctimas, de hecho, testigos afirman que en algunas ocasiones regaló “carne de jabalí" a sus vecinos. De ahí su infame apodo de “El Caníbal de Atizapán”.
De acuerdo con análisis piscológicos, el feminicida tenía un profundo odio hacia la figura femenina. Según sus palabras, las mujeres eran “frías” y “manipuladoras”, y siempre lo cambiaban por hombres más ricos que él.
El hombre tenía una reputación intachable entre sus vecinos, así que su modus operandi era ofrecer empleos, presentarse como falicitador de programas sociales y venderse como una persona amigable que solo buscaba ayudar.
Andrés fue condenado a pasar toda su vida en prisión. Le impusieron multas de 5 mil días de salario mínimo y 1 millón 344 mil 500 pesos como reparación del daño. Actualmente está en el Penal de Tenango del Valle, en el Estado de México.
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