Aunque muchos de los apellidos mexicanos que escuchamos en nuestro país tienen raíces indígenas —como los que vienen del náhuatl o del maya—, hay otros que llegaron desde muy lejos… y no, no son nuevos. Vienen directo de reinos europeos que ya ni existen. Sí, su origen proviene de la monarquía.
Antes de que España se unificara como país, estaba dividida en varios reinos como Castilla, León y Navarra. Cada uno con su idioma, sus costumbres y, claro, sus formas de nombrar a las personas. Y así fue como surgieron muchos de los apellidos que hoy usamos sin pensar mucho en su origen.
¿Cuáles son los apellidos mexicanos que vienen de Europa?
Un estudio de la Universidad de Granada, basado en un censo de finales del siglo XVIII (¡de hace más de 200 años!), mostró que varios apellidos que hoy son supercomunes en México, en realidad, vienen de esos antiguos reinos. Estos son cuatro ejemplos:
- Fernández: significa “hijo de Fernando” y es originario del Reino de León.
- Ximénez (o su versión moderna, Jiménez): típico del norte, especialmente de Navarra.
- Bermúdez: viene de un nombre propio medio olvidado, Bermudo, y tiene raíz gallega.
- Gómez: clásico, fuerte y directo desde Castilla.
Todos estos apellidos tienen algo en común: terminan en “-ez”, que básicamente era la forma antigua de decir que alguien era hijo de otro. Así, Rodrigo tuvo a Rodríguez, Fernando a Fernández, y así se fue la cadena.
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¿Por qué siguen tan presentes estos apellidos en México?
Porque además de sonar poderosos, estos apellidos cuentan historias familiares que cruzaron océanos. Durante la Colonia, se registraban en bautizos, actas y hasta en censos como el de 1785.
Muchos de ellos se mantuvieron como símbolo de linaje o simplemente por costumbre… y aquí siguen. Hoy, encontrarse con un Gómez o un Fernández es de lo más normal, pero lo interesante está en saber que hay siglos de historia detrás de esos nombres.
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Y aunque se mezclaron con otros apellidos de origen indígena o de otros países, lo cierto es que son parte de lo que somos: una mezcla interesante de raíces, culturas y tiempos que se entrelazan hasta en nuestros nombres.
