Si has estado en un bautizo en México, seguramente te ha tocado ver cómo, al terminar la misa, los padrinos empiezan a lanzar monedas —y a veces hasta billetes— como si fueran confeti. Esa escena tan caótica como divertida tiene nombre: el famoso bolo. ¿Cuál es su origen?
Más allá del momento lleno de risas y empujones ente los niños asistentes a la celebración, hay una historia interesante detrás de esta costumbre tan arraigada.
¿Por qué se avienta bolo en los bautizos y qué significa realmente?
El bolo no es solo un juego para los niños ni una forma de “quedar bien” con la familia. En realidad, tiene un simbolismo muy fuerte: representa los buenos deseos de abundancia para el bebé que acaba de ser bautizado.
En otras palabras, es una manera de decir “que nunca le falte nada”. Antes, el gesto era aún más significativo: se aventaban monedas de oro. Sí, oro. Con el tiempo, eso cambió, pero la intención sigue intacta.
El padrino o madrina, al lanzar el bolo, está reafirmando su compromiso simbólico de cuidar, proteger y procurar lo mejor para su ahijado. Por eso muchas personas lo ven como algo obligatorio… aunque, claro, cada quien lo adapta a su estilo y posibilidades.
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¿Cómo se da el bolo actualmente y qué se suele regalar?
Hoy ya no todo es lanzar monedas. Hay quien organiza una piñata con dulces y dinero, otros reparten bolsitas con una moneda, un dulce o algún recuerdito útil.
También hay quienes prefieren entregar el bolo de manera más personal, uno por uno, sobre todo si quieren evitar la locura que a veces se arma cuando los niños (y no tan niños) se lanzan por las monedas.
Al final, no importa tanto el cómo, sino el gesto de compartir. Es un detalle que suma al ambiente festivo y que sigue recordándonos el propósito de ese día: celebrar una nueva vida y rodearla de buenos deseos.
¿Cuánto dinero se da de bolo en un bautizo?
Aquí no hay una regla escrita. Cada padrino o madrina da lo que puede o lo que quiere. A veces son monedas de cinco o diez pesos, en otras ocasiones billetes doblados cuidadosamente.
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Lo más común es que el bolo se lance justo al salir de la iglesia, pero hay quienes prefieren hacerlo en la comida o ya casi al final, como sorpresa. Y aunque no hay una cantidad mínima, sí hay una idea general: lo importante es la intención, no el monto.
