El arresto de Hernán Bermúdez, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco y líder de “La Barredora”, revela una realidad preocupante sobre la expansión del crimen organizado en México.
Esta organización nació a partir de una división del Cártel de los Beltrán Leyva, cuyo líder falleció en 2009, y es solo un ejemplo de cómo los cárteles dominantes se han fragmentado en múltiples grupos más pequeños pero igualmente peligrosos.
Según informes de inteligencia, en la actualidad no existe un solo municipio en México libre de la presencia de alguna de estas organizaciones criminales.
Durante el gobierno del presidente López Obrador, se documentó una inusitada multiplicación de pequeñas organizaciones que operan tanto de manera independiente como aliadas a los seis cárteles dominantes del país.
En total, sumaban alrededor de 150 grupos distintos, muchos de los cuales controlan territorios específicos, generando una compleja red criminal dispersa por todo el país.
Nuevas facciones criminales emergen tras la caída de cárteles tradicionales
El caso de Michoacán ejemplifica esta atomización: tras la desintegración de los Caballeros Templarios, al menos otras 14 organizaciones surgieron para disputarse el control del estado. Además, la división interna del cártel de Sinaloa ha provocado violentas luchas que han cobrado miles de vidas, mientras que en Sonora el Cártel de Caborca, liderado por Rafael Caro Quintero, ha ganado terreno.
La Ciudad de México también enfrenta problemas similares con grupos como la Unión Tepito, los Rodolfos y el Cártel del Tláhuac. Pese a la detención de sus líderes emblemáticos como “El Lunares” o “El Ojos”, las organizaciones no solo continúan operando, sino que se fortalecen bajo nuevos mandos.
Crimen organizado y corrupción institucional: un binomio que impide el control
Expertos coinciden en que la expansión del narcotráfico no se entiende sin los esquemas de corrupción dentro de dependencias públicas, especialmente en ministerios públicos y cuerpos policíacos. Otto René Cáceres, autor del libro “Los servicios de Inteligencia en México,” señala que es imposible que los grupos delincuenciales tengan tal extensión territorial si no existe corrupción estructural que los sustente.
En definitiva, enfrentar esta multiplicación de cárteles requiere acciones contundentes y una coordinación integral entre seguridad pública y seguridad nacional.