El sistema de salud mexicano enfrenta una grave problemática: la falta de vacunas para niños y adultos, una situación que se ha vuelto recurrente en diversas unidades médicas a lo largo del país. Lo que una enfermera resumió con la frase “no es que no tiene, es que no hay”, evidencia la realidad del desabasto que afecta a vacunas cruciales como la de la tuberculosis y el sarampión. Esta escasez, lejos de ser un problema aislado, es el reflejo de una compleja cadena de obstáculos que ponen en riesgo la salud de la población.

¿Cuáles son las causas de la escasez de vacunas para niños y adultos?

La causa de este desabasto es multifacética; por un lado, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) juega un papel fundamental. Los trámites para obtener un registro sanitario, que pueden tardar alrededor de cuatro semanas, se convierten en un obstáculo burocrático que retrasa la llegada de las vacunas.

A esta traba se suma la escasa inversión en el Programa de Vacunación. De acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), para el año 2025 se autorizaron 4 mil 500 millones de pesos, pero solo se ha ejercido un ínfimo 0.2% de ese presupuesto. Esta falta de inversión es un factor clave que impacta directamente en las bajas coberturas de vacunación que se han registrado durante más de una década.

¿Cuáles son las consecuencias para la salud de no vacunarse?

La deficiencia en la vacunación temprana tiene un efecto dominó que afecta a la población en todas las edades. Al no vacunar adecuadamente en la infancia, se va acumulando una deficiencia que impacta la salud en la infancia tardía y, eventualmente, en la adultez.

Ante este sombrío panorama, las autoridades han prometido realizar tres Semanas de Vacunación para revertir la situación. Sin embargo, hasta el momento, solo se ha llevado a cabo una de ellas. Y el problema de fondo persiste: estas jornadas servirán de poco o nada si no se cuenta con las dosis suficientes para inmunizar a la población.

La crisis de desabasto de vacunas no es solo un problema logístico o burocrático; es una amenaza directa a la salud pública que exige una respuesta inmediata y coordinada.