Zoraya ter Beek, la joven neerlandesa que conmocionó al mundo al solicitar y obtener la eutanasia a los 29 años por problemas severos de salud mental, falleció el pasado 22 de mayo en su casa de Oldenzaal, según confirmaron sus amigos en redes sociales.
Zoraya, quien padecía depresión severa, autismo y trastorno límite de la personalidad, había luchado durante años contra un sufrimiento insoportable que, según ella, la medicina no podía aliviar. A pesar de gozar de una buena salud física, la joven tomó la difícil decisión de poner fin a su vida, una decisión que ha reavivado el debate sobre los límites de la eutanasia en Países Bajos, país pionero en legalizarla en 2002.
For the people who called it a bluff, who called her an attention whore.
— Martin (@tintal1971) May 22, 2024
Apologize and go sit in a corner. Ask youself, are you part of the problem, or the solution?#zoraya #zorayaterbeek #euthanesia pic.twitter.com/jABL0rkTpb
En Países Bajos, la eutanasia es legal bajo ciertas condiciones. Para acceder a ella, la persona debe padecer un sufrimiento insoportable sin perspectivas de mejora, estar plenamente informada y ser capaz de tomar esa decisión de manera autónoma.
Es importante recordar que cada caso es único y debe ser evaluado cuidadosamente por las autoridades competentes. La eutanasia es una decisión compleja que no debe tomarse a la ligera. Es fundamental que se garantice que todas las personas que la soliciten cumplan con los requisitos establecidos por la ley y que reciban el apoyo y la atención adecuados durante todo el proceso.
El debate sobre la eutanasia
La decisión de Zoraya ha reavivado el debate sobre la eutanasia, una práctica legal en Países Bajos bajo estrictos criterios médicos y psicológicos. Los defensores de la eutanasia argumentan que permite a las personas con enfermedades terminales o con un sufrimiento insoportable morir de forma digna y autónoma.
Los detractores, por su parte, expresan su preocupación por el riesgo de que la eutanasia se convierta en una forma de “presión social” para las personas con enfermedades mentales o en situación de vulnerabilidad.
El caso de Zoraya es complejo y desafiante, y no hay respuestas fáciles. Su historia nos invita a reflexionar sobre los límites de la medicina, la ética y la compasión en el acompañamiento a las personas que sufren.