Después de dos años de guerra, ahora Gaza queda bajo el agua tras súbita tormenta: ‘Nos estamos ahogando’: las inundaciones han convertidor a los campamentos en “Gaza en lagos de barro y pobreza extrema”

Si el dicho asegura que “después de la tormenta llega la calma”, Gaza se ha convertido en la excepción más dolorosa. Tras dos años marcados por bombardeos, desplazamientos masivos y crisis humanitaria, la Franja enfrenta ahora un nuevo golpe: una tormenta repentina en minutos inundó los campamentos donde sobreviven cientos de miles de personas desplazadas por la guerra entre Israel y Hamás en Gaza.

De acuerdo con reportes locales y testimonios recopilados por medios internacionales, una baja presión atmosférica de apenas media hora fue suficiente para colapsar un territorio devastado y sin infraestructura funcional. Un residente describió la escena con desesperación: “Miren el agua, cómo nos ahogamos con la lluvia. Esto fue media hora… imagínense si hubieran sido cuatro horas”.

Los campamentos improvisados, formados por lonas plásticas, maderas y suelos sin pavimentar, no resistieron. Las calles se convirtieron en ríos de lodo; los dormitorios, las alfombras y las pocas pertenencias de las familias quedaron arruinadas.

¿Cómo viven las familias bajo la lluvia?

La realidad dentro de los campamentos quedó al desnudo: sábanas empapadas, ropa mojada, alimentos contaminados y espacios inhabitables.

Otro residente relató: “Damos gracias a Dios por la lluvia, pero vivimos en lonas. Desde las dos de la madrugada hemos estado de pie para no ahogarnos”. Para miles, la única opción fue permanecer de pie durante horas mientras el agua subía dentro de sus refugios.

La tregua inestable no basta para una población vulnerable

Desde el 10 de octubre, un alto al fuego intermitente ha reducido pero no detenido completamente los enfrentamientos entre Israel y Hamás. Sin embargo, la aparente pausa militar no ha significado alivio alguno: “cuando no son las bombas, es la propia naturaleza la que golpea a una población exhausta”.

Lo que antes era una lluvia bienvenida en la región, hoy se transforma en desgracia, debido al colapso de infraestructura, el hacinamiento extremo y la falta de drenaje.

¿Puede Gaza resistir otro invierno así?

Mientras la guerra continúa sin un acuerdo duradero y los desplazamientos se multiplican, la llegada del invierno plantea un nuevo riesgo: tormentas más fuertes, temperaturas más bajas y campamentos sin condiciones mínimas de protección. La pregunta que queda en el aire es inevitable, ¿cuánto más puede soportar una población atrapada entre la guerra, el frío y la lluvia?