El lujo que rodea a los influencers podría volverse en su contra con el paso de los años. Según un análisis de Casino.org, la apariencia que tendrían en 2050 generó impacto en miles de usuarios. La figura central de esta representación es “Ava”, un modelo virtual que refleja arrugas profundas, piel lastimada, caída de cabello y una silueta encorvada, como si se tratara de una escena de pesadilla.
Pasar tantas horas frente a dispositivos ya deja huellas visibles en el cuerpo. El llamado “cuello tecnológico”, causado por mirar constantemente el celular, provoca molestias persistentes y deformaciones difíciles de revertir. Además, la exposición continua a la luz LED y las madrugadas sin descanso generan cansancio ocular, ojeras marcadas y problemas de sueño ligados al uso excesivo de la tecnología.
Los expertos señalan que incluso el cabello puede verse afectado. El abuso de extensiones y peinados extremos lleva a la llamada alopecia por tracción, una pérdida de cabello que en muchos casos es irreversible.
Piel dañada y cirugías fallidas
Uno de los efectos más notorios es el desgaste del cutis. El abuso del maquillaje, los productos fuertes y la exposición diaria a luces potentes aceleran el llamado “envejecimiento digital”. Esto provoca irritación, manchas y arrugas visibles.
El uso de rellenos estéticos sin control también se ha convertido en un problema. Los especialistas lo llaman “síndrome de sobrellenado facial”: labios hinchados, pómulos desproporcionados y un aspecto artificial que distorsiona la cara.
Una advertencia disfrazada de modelo digital
Aunque la representación de Ava parezca extrema, los especialistas ya detectan señales similares en jóvenes actuales. Dolores lumbares, problemas de sueño y vista cansada se han vuelto habituales en quienes permanecen horas frente a la computadora o el teléfono.
Más que generar miedo, la investigación busca dar una advertencia: la fama digital puede desvanecerse rápido si no se protege la salud. Entre viajes de lujo y acuerdos millonarios, la presión por cumplir con algoritmos y mantener una imagen perfecta podría dejar huellas no solo físicas, sino también emocionales.