El cáncer de ano no es una enfermedad común, por lo cual, muchas veces no es tenida en cuenta. Incluso, su similitud con las hemorroides puede generar confusiones y hasta tratamientos pocos precisos. Por tal motivo, los especialistas recomiendan agudizar los sentidos y prestar mucha atención a los síntomas para acudir rápidamente por atención médica.
¿Cuáles son los síntomas del cáncer de ano?
Algunos de los síntomas del cáncer de ano pueden estar presentes en condiciones menos graves como hemorroides o molestias generales, no obstante, nunca deben ser ignorados ni atribuidos automáticamente a estas sin una evaluación médica adecuada.
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De acuerdo a información de la Clínica Universidad de Navarra, aproximadamente el 20% de los pacientes con cáncer de ano pueden ser asintomáticos en etapas iniciales, por lo que la detección temprana mediante chequeos médicos es fundamental.
Para ello, según datos de la Clínica Mayo, es importante tener presente estas señales:
- Sangrado del ano o del recto, que es uno de los signos más comunes.
- Sangre en las heces.
- Dolor o sensación de presión en la zona anal.
- Aparición de una masa o bulto en el orificio anal.
- Picazón o comezón anal persistente o recurrente.
- Cambios en los hábitos de defecación, como aumento o disminución de la frecuencia, mayor esfuerzo al defecar o heces más angostas.
- Secreción anormal, como mucosidad o pus en la región anal.
- Inflamación o agrandamiento de los ganglios linfáticos cercanos al ano o en la ingle.
¿Cómo se diagnostica y por qué puede surgir el cáncer de ano?
El diagnóstico del cáncer de ano requiere evaluación médica especializada que incluye un examen rectal digital para detectar anomalías, biopsias para encontrar lesiones sospechosas y resonancia magnética para evaluar la extensión de esta enfermedad. Luego, se decide cómo continúa el tratamiento.
Se cree que su aparición puede estar relacionada con el virus del papiloma humano (VPH), especialmente los tipos de alto riesgo. Este virus se transmite principalmente por contacto sexual y puede causar alteraciones celulares que, con el tiempo, pueden derivar en cáncer. Sin embargo, si se detecta en fases tempranas, es una enfermedad curable.
