La Supercopa de Chile terminó con un golpe duro para Fernando Ortiz. El técnico argentino, que llegó a Colo Colo con credenciales de alto perfil tras su paso por la Liga MX, vivió su primera gran decepción al caer 3-0 ante la U. de Chile en la final disputada en el Estadio Santa Laura.
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Más allá del marcador, el contraste entre su vida anterior y su presente en el futbol chileno se ha hecho evidente. En México, Fernando Ortiz vivía rodeado de comodidades: instalaciones de primer nivel, traslados privados y estadios con acceso directo. Hoy, para llegar al Santa Laura, debe caminar por un sendero de terracería, esquivando piedras y cuidando sus característicos tenis blancos, que ya no pisan alfombra, sino tierra.
La imagen del Tano Ortiz caminando entre grava, intentando mantener intacto su estilo, se ha vuelto símbolo de su adaptación a una nueva realidad. Y aunque ha mostrado compromiso y liderazgo, el resultado ante la U dejó en evidencia que el camino en Chile será más pedregoso de lo esperado.
Fernando Ortiz llegó cuidando sus zapatillas y esquivando piedras en la entrada a camarines de Santa Laura para la final de la Supercopa. @Cooperativa #Cooperativa90 pic.twitter.com/Vq2r1yN8Qb
— Rodrigo Gomez Flores (@rodrigogomezf) September 14, 2025
¿Cómo fue la derrota de Fernando Ortiz en la Supercopa de Chile?
El partido fue un dominio total de Universidad de Chile, que aprovechó cada error de Colo Colo y expuso las debilidades tácticas del equipo albo. Ortiz, desde la banda, intentó ajustar, pero sus decisiones no lograron revertir el rumbo. La derrota no solo significó perder un título, sino también un golpe a la confianza de un proyecto que apenas comienza.
“Esto es parte del proceso. Hay que aprender, corregir y seguir adelante”, comentó Ortiz tras el encuentro, con tono sereno pero visiblemente afectado. Su discurso refleja la resiliencia de un técnico que sabe que el futbol no siempre es glamoroso, y que a veces hay que ensuciarse los zapatos para construir algo duradero.
En Chile, Fernando Ortiz ya no vive de lujos, pero sí de retos. Y aunque sus tenis blancos terminaron cubiertos de polvo, su convicción sigue intacta.