La industria farmacéutica enfrenta una grave problemática en México, pues las deudas del IMSS-Bienestar y el ISSSTE con sus proveedores de medicamentos se han disparado. Aunque los adeudos se arrastran desde la época del extinto Instituto de Salud para el Bienestar (Iinsabi), en los últimos dos meses la cifra alcanzó los 40 mil millones de pesos.
Este incremento exponencial se atribuye principalmente a la realización de pedidos urgentes de medicamentos e insumos, una medida tomada tras la cancelación de la compra consolidada de medicamentos para el periodo 2025-2026.
El @Tu_IMSS e @ISSSTE_mx ya deben 40 mil millones de pesos en medicamentos e insumos, según la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica.
— Fuerza Informativa Azteca (@AztecaNoticias) July 10, 2025
La deuda viene desde el sexenio pasado pero ha crecido en los últimos dos meses.
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Centros no están recibiendo cargamento de medicamentos
La situación se agrava aún más porque, además del creciente monto adeudado, los laboratorios y distribuidores se encuentran ahora con importantes obstáculos para entregar las medicinas solicitadas al IMSS-BIENESTAR y al ISSSTE. Diversos centros de distribución no están recibiendo los cargamentos de medicamentos.
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Según testimonios de los proveedores, esta negativa a recibir los fármacos se debe a que los centros de distribución están saturados o, en algunos casos, a presuntos actos de corrupción. Esta situación es particularmente preocupante, ya que no es responsabilidad de quienes surten los medicamentos. Si a un proveedor se le indica que debe entregar un cargamento en un centro de distribución, y al llegar no se lo reciben, se genera un problema mayor.
Medicamentos no son recibidos a tiempo y corren riesgo por caducidad
Lo más lamentable de esta cadena de ineficiencias es que los medicamentos que no son recibidos en tiempo y forma corren el riesgo de vencer su fecha de caducidad, lo que hace necesaria su destrucción. Esto significa que medicinas esenciales, por las que ya se ha generado una deuda y que son urgentemente necesarias para los pacientes, terminan siendo desechadas si no son aceptadas en el momento adecuado.
Un medicamento que no es recibido en el instante preciso puede tardar meses en encontrar un destino, lo que eleva exponencialmente el riesgo de su caducidad y, por ende, su inutilización.
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Esta problemática pone de manifiesto una profunda crisis en la cadena de suministro y gestión de medicamentos en las instituciones de salud pública. El considerable incremento de la deuda, sumado a las dificultades para la recepción y el riesgo de desperdicio de fármacos, genera un escenario crítico que afecta directamente la atención a los pacientes y la estabilidad financiera de la industria farmacéutica.
La cancelación de la compra consolidada y la posterior gestión de pedidos urgentes parecen haber exacerbado una situación preexistente, dejando a las instituciones con una deuda millonaria y a los proveedores con inventario en riesgo de ser destruido.