A casi seis años y medio del inicio del gobierno de Morena, la narrativa que se repite desde Palacio Nacional es una constante: si algo no funciona, la culpa es de los anteriores. Si los indicadores no mejoran, es porque el pasado dejó un desastre. Si las instituciones se caen a pedazos, es porque los de antes las corrompieron. Pero en el fondo, lo que se percibe es una estrategia sistemática para evadir responsabilidades y justificar fracasos con excusas.
Excusas por encima de los resultados
El discurso que ha permeado la comunicación oficial desde 2018 gira en torno a la herencia del pasado. Sin embargo, a estas alturas del sexenio, hay preguntas legítimas: ¿hasta cuándo se puede gobernar mirando hacia atrás? ¿Cuándo se presentarán resultados concretos?
El contraste es evidente si uno aplica la lógica ciudadana al ejercicio del poder: en cualquier trabajo, una persona que no cumple con su responsabilidad y además culpa a otros, no duraría ni una semana. Pero en la política mexicana, esa conducta parece ser recompensada con aplausos, fuero y presupuesto.
Violencia, salud, corrupción: los temas sin resolver de Morena
La violencia sigue sin ceder en muchas regiones del país. Cada semana aparecen nuevas masacres, enfrentamientos o desapariciones. ¿Y la respuesta oficial? La culpa es del modelo de seguridad anterior.
En salud, la falta de medicamentos ha sido documentada por organismos y medios. Sin embargo, se insiste en culpar a los gobiernos pasados o a empresas farmacéuticas, a pesar de que el actual gobierno desmanteló el sistema de compra y distribución nacional.
En temas de corrupción, se ha prometido una transformación moral, pero los casos documentados dentro del círculo cercano al poder son desestimados, minimizados o simplemente ignorados. ¿La defensa? Que “los de antes eran peores”.
Los ciudadanos piden resultados, no justificaciones
La ciudadanía ya no responde con entusiasmo a discursos que solo giran en torno al pasado. Hoy, muchos mexicanos piden cuentas claras, resultados visibles y decisiones responsables. Las culpas, fracasos y excusas no pueden sustituir el trabajo, la eficacia y la responsabilidad pública.
La verdadera transformación de México no puede construirse sobre narrativas repetitivas, sino sobre hechos tangibles. Y si el gobierno de Morena aspira a dejar legado, deberá entender que gobernar no es repartir culpas, sino asumir consecuencias.