Desde la localidad mexiquense de San Antonio La Isla, el artista plástico Simón Núñez La Isla ha edificado un santuario singular para la memoria colectiva: su taller, al que ha bautizado con el poético nombre de “El Sepulcro de los que Respiran”. Es en este espacio, el verdadero núcleo de su creatividad, donde este creador, autodenominado “El Campesino del Pigmento”, da vida a la historia de su comunidad a través de los rostros de sus habitantes más longevos.

“El Campesino del Pigmento”, rinde homenaje a los ancianos de su comunidad

Simón se presenta como un pintor con raíces profundas en el trabajo manual y la creatividad innata, una vocación que, según sus palabras, le precede. Su madre fue una hábil artesana del bordado, y su padre, un labriego dedicado al cultivo del maíz.

Al identificarse con el apelativo “La Isla”, el artista recalca su procedencia y su profundo arraigo al lugar. En sus lienzos, es la propia gente de su pueblo la que le observa desde una perspectiva cercana, portadora de una historia inmutable y una mirada fija que revela un pasado preciso.

El propósito central de su obra es conferir un homenaje a los adultos mayores, una población que él percibe desvalorizada y a menudo relegada. Sus modelos son personas del campo, de piel curtida por la exposición constante al sol y a los elementos, lo que las hace inherentemente vulnerables.

Retratos realizados en sacos reciclados

Simón no busca perfección estética, sino la autenticidad cruda, la pátina del tiempo, “lo descosido, lo roto”, que atestigua una existencia vivida con esfuerzo. Cada una de sus piezas encapsula una vivencia completa: una crónica tan fuerte como melancólica, una historia de alegrías, tristezas, y la dignificación de aquellos que no buscan el reflector.

La singularidad de su método radica en la elección de su soporte. En lugar de utilizar telas convencionales, Simón emplea sacos de fibra vegetal desgastados y manchados. Estos viejos costales de henequén son sometidos a un ritual de preparación: primero los higieniza y los expone al aire para que se sequen.

Posteriormente, los pasa directamente por fuego. Esta interacción con la llama no solo elimina el vello natural del material, sino que el artista cree que cumple una función casi alquímica, fusionando el pigmento y el color a las fibras.

Arte con carácter: La selección de lienzos de acuerdo a la personalidad a pintar

Simón elige el material según el carácter del rostro a retratar. Para una tez más delicada o una expresión más sutil, prefiere superficies más pulidas. En contraste, para figuras robustas como la de un albañil, cuyas arrugas exigen una textura más áspera, selecciona lienzos con cicatrices y marcas propias que complementan la rudeza del sujeto.

Entre los personajes inmortalizados en estos soportes, encontramos a varias figuras centrales de su proyecto. Está Don Pancho, apodado “El Diablo” por el vigor de sus gestos.

Al recuperar y transformar estos sacos viejos y desgastados en arte, Simón Núñez les devuelve el alma y la vida, proyectando la identidad de San Antonio La Isla.