Las formas de vincularse sexoafectivamente se han ido transformando con el paso del tiempo, permitiendo experimentar con nuevas dinámicas como lo son las relaciones abiertas. Este tipo de romances suelen parecer demasiado atrevidos para algunas personas, hay a quienes les trajo más problemas que beneficios, y también están aquellos a los que estos romances les funcionaron.
Pero, ¿de qué depende? Lo cierto es que es imposible llegar a una única respuesta sobre si sirven o no. De acuerdo con expertos de la Universidad de Rochester, la clave para que las relaciones abiertas sean exitosas, radica en la comunicación entre los involucrados, principalmente de los individuos que conforman el noviazgo o matrimonio libre.

Y es que, a pesar de que desde los moldes tradicionales es crucial que se hable de cualquier inquietud, cuando se apuesta por probar con un tercero es indispensable que no exista ningún secreto.
Lo anterior se debe a que el hecho de ocultar información sobre las citas externas, puede propiciar sentimientos de inseguridad, rechazo, abandono, celos y traición, haciendo que incluso se sienta como una infidelidad.
Entonces, ¿qué es tener una relación abierta?
El término de relaciones abiertas se refiere a una categoría de relaciones consensuales no monógamas, en las que aunque existe un compromiso, la exclusividad no es un requisito indispensable.
Es decir, que uno o ambos miembros de la pareja, tienen la libertad de sostener encuentros íntimos con alguien más, según la definición de Very Well Mind.

Es importante no confundirlas con el poliamor, ya que si bien también es una dinámica que no prioriza el concepto de fidelidad, tiene una estructura particular que las diferencia.
El sitio especializado Psychology Today explica que los poliamorosos entablan relaciones emocionales y sexuales con terceros en los que no existen las jerarquías; mientras que los romances libres se centran mayormente en el aspecto sexual, pero dándole prioridad a la pareja inicial, ya sea novio, prometido, concubino o esposo.
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