La felicidad parece ser una meta a la que todas las personas aspiramos, o sobre la que muchos entienden que es un proceso y no un destino. Es en este punto que se trata de un tema ampliamente estudiado y abordado por diferentes ciencias y corrientes de pensamiento.
Sin embargo, muchos especialistas relacionados con el ámbito de la salud enfocan sus preceptos en la felicidad de los adultos mayores. Es aquí en donde se abren diferentes aristas y una de ellas tiene que ver con los hábitos, los cuales hay que saber identificar para alejarse de los que no suman nada positivo a nuestra vida.
La felicidad de los adultos mayores
Llegar a la etapa de la vida en la que se nos considera como adultos mayores puede significar una avalancha de preguntas e incertidumbre sobre diferentes aspectos del presente y futuro. Es por eso que los expertos remarcan que se trata de una etapa de transición en la que el estilo de vida tiene un gran peso.
Por lo tanto, los hábitos que tengamos en nuestra vida de adultos pueden marcar una gran diferencia. Entonces, resulta necesario identificar qué hábitos podrían afectarnos y entonces es mejor decirles adiós.
¿Qué hábitos deben soltar los adultos mayores?
En base a lo analizado por expertos en salud, la felicidad de los adultos mayores puede depender en gran medida de los hábitos que suelten. Esto quiere decir que deben priorizar su bienestar en cuanto a salud emocional, mental y social.
Uno de los hábitos que se aconseja abandonar es el de decir que sí a todo. Es decir que los adultos mayores deben aprender a que ya no deben cumplir expectativas ajenas y hay que librarse de esa carga emocional.
Por otro lado, el hábito de agradar a los demás debe ser desterrado. Es decir que los adultos mayores deben perder el miedo al juicio ajeno que se basan en experiencias propias. Además, resulta necesario dejar de posponer momentos de felicidad y hay que actuar de inmediato.
Finalmente, los adultos mayores deben de ponerle especial atención a sus relaciones sociales porque podrían estar en medio de una relación tóxica que resta energía. Las cargas de otras personas, que pueden ser familiares, amigos o vecinos, pueden afectarnos negativamente, pero es algo que no nos pertenece.














