Usar perfume a diario es, para muchas personas, parte de su rutina básica. Algo tan automático como agarrar las llaves antes de salir. Pero detrás de ese gesto tan simple hay mucho más. Entonces, ¿cuál es su significado psicológico?
Desde la psicología, llevar una fragancia todos los días no solo tiene que ver con verse bien, sino con cómo cada quien se siente, se afirma y se relaciona con el mundo. Es una forma sutil —pero muy poderosa— de cuidar el ánimo, reforzar la identidad y generar bienestar desde lo sensorial.
¿Qué significa usar perfume todos los días?
El uso diario de perfume puede actuar como un “ancla emocional”. Es decir, una manera de generar sensaciones estables en medio de la rutina. Para mucha gente, el aplicarse una fragancia específica les ayuda a sentirse más seguras, tranquilas o enfocadas.
En términos psicológicos, este hábito se asocia con la necesidad de pertenencia, autoestima y reafirmación del yo. De acuerdo con especialistas en neurociencia sensorial, el olfato es el sentido más conectado con las emociones.
Los aromas llegan de forma directa al sistema límbico del cerebro, donde se procesan tanto los recuerdos como los estados de ánimo. Por eso, ciertos olores pueden reconfortar, activar o incluso proteger emocionalmente.
¿Por qué el olfato tiene tanta influencia en el estado de ánimo?
Desde el nacimiento, el olfato juega un papel clave en la construcción de vínculos afectivos. Es el primer sentido que guía al recién nacido hacia la leche materna y que ayuda a calmarlo con la cercanía del olor materno.
Esta memoria olfativa permanece activa toda la vida, conectando aromas con momentos, personas o emociones muy específicas.
Según el Instituto de Rehabilitación Neurológica (IRENEA), los olores pueden activar respuestas instintivas, desde huir hasta sentir calma. En ese sentido, usar perfume no solo es un acto estético, sino una forma de crear una microatmósfera emocional que acompaña a lo largo del día.
¿Cómo influye el uso de perfume en la identidad y las emociones?
Llevar un aroma favorito todos los días puede convertirse en una forma de expresión personal. Algunas personas buscan proyectar elegancia, otras buscan frescura o cercanía.
En cualquiera de los casos, el perfume actúa como una extensión emocional del cuerpo, una especie de carta de presentación invisible que dice más de lo que parece.
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La psicología sugiere que esta elección no es aleatoria: Responde a lo que cada persona necesita emocionalmente o quiere transmitir al mundo.
Y aunque no siempre se piense así, el perfume también puede ser una herramienta para sentirse mejor, conectar con la propia historia o incluso construir una rutina emocional positiva.