El Puente Nichupté, considerado una de las obras más ambiciosas impulsadas por el antiguo gobierno, se ha convertido en un símbolo de elefante blanco, con sobrecostos millonarios.

Lo que prometía ser una solución para descongestionar la zona hotelera de Quintana Roo terminó convirtiéndose en un proyecto plagado de promesas incumplidas, y por si fuera poco, una huella para la biodiversidad de la zona.

¿Qué es el Puente Nichupté?

El Puente Nichupté fue concebido como una vía alterna para reducir la saturación vehicular que diariamente enfrenta la zona hotelera de Cancún, una de las más transitadas del país.

Con una longitud total de 12 kilómetros, 8 sobre la laguna y 4 en tierra firme, y tres carriles de circulación, la obra buscaba agilizar el tránsito de trabajadores y turistas que entran y salen de este corredor turístico.

Sin embargo, el proyecto ha enfrentado numerosos contratiempos técnicos y financieros, además de cuestionamientos por su impacto ambiental en los manglares y la laguna Nichupté.

Sobrecostos y promesas incumplidas de la 4T

Aunque el entonces presidente López Obrador aseguró que el puente estaría terminado antes de concluir su sexenio, la realidad, como siempre, volvió a ser diferente.

La construcción inició en junio de 2022 y debía inaugurarse los primeros días de enero de 2024, pero hoy sigue sin haber una fecha clara de entrega. Mientras que, la inversión inicial prácticamente se ha triplicado.

Comenzaron con cuatro mil ochocientos millones, luego dijeron nueve mil millones y ahora ya hablan de doce mil millones, y es interminable”, denunció el arquitecto Wilbert Esquivel, quien ha seguido de cerca el desarrollo del proyecto.

Ambientalistas y especialistas como Guillermo D’Christy, del colectivo Sélvame del Tren, también han señalado que la obra se ejecutó sin los estudios adecuados, lo que derivó en improvisaciones estructurales.

“No sabían que había una caverna debajo y tuvieron que construir un puente dentro del puente. Todo improvisado”, explicó Esquivel.

Impacto ambiental para la laguna Nichupté

Además de los retrasos y los costos, la obra enfrenta fuertes críticas por el daño ecológico que podría causar a los manglares y al ecosistema de la laguna.

Vamos a tener escurrimiento de hidrocarburos, grasas y aceites del parque vehicular que circule sobre la vialidad”, advirtió Guillermo D’Christy, quien también cuestionó el programa de “restitución de manglares” que, según especialistas, no está funcionando como se prometió.

Esta obra inconclusa que heredó la administración federal, una vez más pone en duda la sustentabilidad de los megaproyectos impulsados durante el sexenio de la llamada Cuarta Transformación.