La violencia entre los presos de las cárceles de México es una constante. Las riñas como la que se registró el viernes en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente de la capital del país que prendió al máximo las alertas de seguridad, son casi diarias.

Detrás de los muros y rejas de los penales mexicanos donde existe el autogobierno, los integrantes del crimen organizado siguen ejerciendo su poder y todo lo prohibido es posible tenerlo. Desde teléfonos, drogas o celdas acondicionadas como suites, la violencia también impera.

Se han registrado 883 riñas entre enero de 2022 y mayo de este año, así lo revela un informe estadístico de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Riñas proliferan en penales estatales y federales de México

El ambiente hostil derivó en estas riñas en las que estuvieron involucrados más de dos mil 700 reos, de los que 410 resultaron lesionados.

No importa en qué tipo de prisión se está recluido, las riñas ocurren en las cárceles estatales donde existe hacinamiento, y corrupción. Los penales federales no están exentos, pues han sido escenario del 65 por ciento de las grescas.

Tan solo entre enero y mayo de este año, de las 250 riñas registradas, 163 de ellas sucedieron en penales a cargo de la federación.

Cárceles de máxima seguridad no están exentos de riñas

Los reos de alta peligrosidad y sobre todo narcotraficantes que están en el Centro Federal de Readaptación Social Número 5 Oriente, de Villa Aldama, Veracruz, han protagonizado 42 de las riñas reportadas este año.

Otras 7 ocurrieron en el CEFERESO de El Rincón, Nayarit, en el que se presume que se vigila a los reos con tecnología de punta y hasta en el Penal de Alta Seguridad del Altiplano han ocurrido 4 casos.

Cárceles de Chihuahua registran más riñas en lo que va de 2023

A nivel estatal las cárceles con más rijosos son las de Chihuahua, donde entre enero y mayo de este año se han contenido 36 peleas entre los internos. Mientras que en las de Baja California suman 17.

En la Ciudad de México se registró una de las riñas cruentas el 15 de mayo pasado en el penal de Santa Martha Acatitla, donde tres presos perdieron la vida por los golpes que recibieron de otros cinco reclusos.

Más que cifras es una violencia latente en un espacio de confinamiento de la que los presos no pueden huir.