El debate sobre la eutanasia, un tema de profunda complejidad moral y social, se intensifica en México a medida que pacientes con enfermedades incurables alzan la voz.

Mientras que en 19 países se ha legalizado alguna forma de ayuda para morir, en territorio mexicano, la eutanasia asistida, donde un médico aplica una sustancia letal, se encuentra prohibida y se clasifica como homicidio por piedad.

El debate sobre la eutanasia se intensifica en México, donde aún está prohibida

No obstante, existe un marco legal distinto, conocido como la ley de voluntad anticipada, disponible en catorce estados, incluyendo la Ciudad de México y Michoacán. Esta legislación permite a los pacientes decidir no recibir tratamientos o medicamentos que prolonguen su vida artificialmente.

En este contexto, surge una nueva propuesta de ley llamada “Trasciende”, impulsada por pacientes con enfermedades terminales. Samara Martínez, una mujer joven que padece lupus eritematoso sistémico, una condición poco conocida en el país, se ha convertido en la figura principal de este movimiento.

Samara Martínez lucha por una ley que permita la eutanasia en pacientes terminales

Samara ha luchado contra padecimientos degenerativos por más de diez años, enfrentando un deterioro progresivo de su cuerpo. A pesar de haber recibido dos trasplantes de riñón fallidos y de haber probado todos los tratamientos médicos disponibles, los especialistas le han dicho que ya no es candidata para una tercera intervención.

Para mantenerse con vida, Samara debe conectarse a una máquina de diálisis diez horas al día, una realidad que la ha llevado a considerar la eutanasia como una alternativa para no prolongar su sufrimiento.

Su decisión de impulsar la ley “Trasciende” se debe a que, para ella, dejar de conectarse no es una opción viable, ya que morir por intoxicación, al dejar de funcionar los riñones, es un proceso extremadamente doloroso y agonizante. Ella desea una muerte digna y sin agonía.

Samara reveló que la idea de buscar una muerte digna surgió hace un año, cuando su segundo trasplante fracasó. Aunque en un inicio le daba vergüenza admitir que consideraría la eutanasia si fuera legal, su perspectiva cambió.

A pesar de que Suiza es una opción para extranjeros, ella decidió quedarse en México para generar un cambio que cree necesario. Su objetivo es dejar un precedente en materia de derechos humanos, no solo para ella, sino para todos los pacientes que puedan encontrarse en una situación similar en el futuro.

La familia de Samara la apoya en su búsqueda de una muerte digna y sin sufrimiento

La familia de Samara la apoya incondicionalmente en su lucha, entendiendo que amarla también implica dejarla ir y no ser egoístas ante su dolor. Su padre y madre han sido una parte fundamental en su vida y la han ayudado a conseguir fondos y a tocar puertas para que su causa sea escuchada.

Samara está segura de que su objetivo se logrará, y dedica el tiempo que le queda a esta lucha, con el propósito de dejar un legado y ser un ejemplo para su país. Su tenacidad es innegable, pues a pesar de todos los años de batalla, se niega a rendirse y quiere ser un faro de esperanza y cambio para quienes padecen enfermedades crónicas.