Hay lugares que uno visita y ya no se le olvidan. Tepoztlán, Morelos es uno de esos. Está a menos de dos horas de la Ciudad de México (muy cerca de CDMX) y sí, es un Pueblo Mágico en muchos sentidos: por su energía, por sus montañas, por su gente… y también por un rincón muy particular donde las casas no están hechas de tabique ni cemento, sino de botellas, neumáticos y lo que otros ya no usan.
¿Dónde están las casas de botellas y qué las hace tan especiales?
De acuerdo a información del Gobierno de México, esto ocurre en Huehuecóyotl, una ecoaldea que lleva décadas ahí, casi escondida entre árboles, caminos de tierra y muros hechos con las manos y amor.
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La empezaron a construir en los años 80 un grupo de artistas, nómadas y soñadores que querían vivir distinto. Hoy, siguen ahí, sembrando su comida, cuidando el agua, cocinando con el sol, construyendo con botellas y tierra.
Y no es un show hippie: sus casas son hermosas, habitables, con una temperatura ideal, llenas de vida. Más que arquitectura alternativa, es un recordatorio de que sí se puede vivir sin aplastar al planeta ni destruir el ecosistema.
¿Qué otras experiencias ecológicas ofrece Tepoztlán?
Todo. Puedes aprender a hacer adobe, caminar entre cerros, dormir en una cabaña rodeada de silencio, meterte a un temazcal con hierbas calientes, escuchar a alguien hablar de plantas como si fueran familia. Hay talleres, trueques, mercados sin bolsas, espacios donde te enseñan a cosechar el agua de lluvia o a cocinar sin gas.
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Tepoztlán no solo te recibe, te cambia un poquito. Te invita a bajar el ritmo, a mirar con calma, a preguntarte si de verdad necesitas tanto para vivir bien. Aquí, el “turismo” se parece más a una pausa larga que a una escapada rápida.