Los dictadores de Venezuela: Nicolás Maduro; y de Cuba: Miguel Diaz-Canel se pasearon por la cumbre en Chiapas, para hablar de políticas migratorias y buscarle una solución a la crisis.
Suena ilógico y hasta da risa cuando recordamos que la mayoría de migrantes vienen de Venezuela y Cuba por culpa de los mismos que el día de hoy buscan una solución.
O al menos eso es lo que dicen, porque no creo que a Maduro o a Diaz-Canel les interese la crisis migrante que tanto le está afectando a México y a Estados Unidos. Simplemente, son los primeros en beneficiarse de las remesas.
La cumbre de la vergüenza terminó sin conclusiones, como cualquier otra. En México amanecimos con más migrantes y sin luz al final del túnel, que parece que se extiende cada vez más.
La verdadera cumbre estaba ahí en sus narices, en la frontera sur, y ninguno de esos supuestos líderes de izquierda volteó a ver. Porque no sólo estaban esos dos personajes, también Gustavo Petro, presidente de Colombia y Xiomara Castro, presidenta de Honduras.
Llama la atención que no estuvo ningún invitado de derecha.
¿De qué fue realmente esta cumbre en Chiapas?
Básicamente Maduro y Diaz-Canel pidieron a Andrés Manuel López Obrador que abogue por ellos ante sus amigos, los gringos. Porque para estos dos, la culpa de la migración la tienen las sanciones económicas impuestas por Washington a La Habana y Caracas.
Y parece que escucharon, al menos las suplicas de Maduro, porque Biden dio un paso al frente y de manera temporal eliminó las sanciones sobre el petróleo y el gas venezolano.
¿Será para aliviar las tensiones migratorias o porque a Estados Unidos se le está haciendo complicado comprar petróleo en Medio Oriente por culpa de la guerra entre Israel y Hamás?
Todos los caminos llevan a que los migrantes no le importan a nadie.
Y duele, porque soy una de ellos.