Expertos llaman “hipernormalización” al fenómeno social y político que ocurre cuando la corrupción, la impunidad y el abuso de poder del gobierno mexicano se vuelven parte del día a día. Es la normalización del escándalo, el arte de mirar hacia otro lado. Y, según múltiples casos recientes, parece haberse instalado en la autodenominada Cuarta Transformación (4T).

El término —acuñado originalmente por el politólogo Alexei Yurchak para describir la Unión Soviética en decadencia— hoy cobra vida en México: un país donde los grandes casos de corrupción, abuso y vínculos con el crimen no derivan en consecuencias reales.

Adán Augusto López: el notario más “exitoso” de Tabasco

Uno de los ejemplos más recientes es Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación y hoy coordinador de senadores de Morena. Su nombre aparece vinculado a múltiples escándalos financieros y presuntos nexos criminales.

Se le ha señalado por tener vínculos con Hernán Bermúdez Requena, supuesto líder del grupo criminal La Barredora, y por omitir más de 80 millones de pesos en su declaración patrimonial, recursos presuntamente obtenidos de empresas favorecidas durante su gestión como gobernador de Tabasco.

A pesar de las evidencias y los cuestionamientos, no se ha iniciado acción judicial alguna. Desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum defendió su inocencia: “Tiene que haber pruebas… eso es en el área legal”, respondió ante la presión de los reporteros. Así, la hipernormalización opera: las acusaciones se convierten en ruido, no en justicia.

El huachicol fiscal: el robo del siglo

Otro caso emblemático es el del huachicol fiscal, un fraude al erario que podría superar los 600 mil millones de pesos, según la Procuradora Fiscal Grisel Galeano García.

“600 mil millones reportados, 16 mil querellados… tenemos que seguir avanzando en las investigaciones”, reconoció recientemente. El escándalo involucra a sobrinos de un exsecretario de Marina y a una red de funcionarios que facilitaron operaciones fraudulentas de factureras y empresas fantasma. Sin embargo, solo 14 personas han sido detenidas, y ninguna pertenece a los niveles más altos del poder.

Como diría el propio Andrés Manuel López Obrador en 2019: “Todas esas transas llevan el visto bueno del presidente… aunque no firme, él autoriza, tolera, permite”.

Noroña y la política del privilegio

El senador Gerardo Fernández Noroña, autodenominado defensor de los pueblos originarios, se convirtió en otro símbolo de la hipernormalización: adquirió una casa de descanso de 12 millones de pesos en Morelos y viaja en jets privados.

Ante las críticas, respondió: “¿Alguien puede demostrar que no puedo pagar esa casa?” Y sobre sus viajes en avión privado, remató: “Si es necesario un taxi aéreo, pues que venga el diluvio.” Nuevamente, la respuesta institucional fue el silencio.

“El narco gobierna”: 70% del país bajo control criminal

El diputado morenista Hugo Eric Flores declaró recientemente que el 70% del territorio nacional está bajo dominio del crimen organizado, afirmando que “los presidentes municipales gobiernan para los cárteles”.

Esa confesión pública, lejos de detonar una crisis de Estado, pasó sin consecuencias. Ningún pronunciamiento firme, ninguna investigación.

Hipernormalización: cuando la impunidad se vuelve costumbre

La hipernormalización es eso: un país acostumbrado al escándalo, donde las denuncias se disuelven y la indignación se apaga. Donde el poder se blinda a sí mismo con el silencio y la negación.

El arte de mirar hacia otro lado se ha vuelto rutina política. Y mientras eso continúe, la normalidad será la impunidad.