En México, la vigilancia parece estar en todas partes. Ojos virtuales observan calles, avenidas y plazas públicas conectadas a los centros de monitoreo conocidos como C5.
Bajo el argumento de mejorar la seguridad, cada vez hay más cámaras, sensores y sistemas de monitoreo sofisticados. Sin embargo, la realidad indica que la protección ciudadana no crece al mismo ritmo que la tecnología.
Vigilancia intensa, inseguridad persistente
Según datos del INEGI, en 2024 se cometieron 33.5 millones de delitos en todo el país. De estos, más del 90% quedaron impunes, lo que significa que solo en menos de 10 de cada 100 casos se logró alguna acción contra los responsables.
La capital mexicana, la ciudad más vigilada del país con 83 mil 400 cámaras —y con planes de alcanzar 150 mil para 2030—, ilustra esta paradoja: la cantidad de ojos no se traduce necesariamente en mayor seguridad.
Casos que evidencian la ineficacia
Los asesinatos de Ximena y Pepe, funcionarios de primer nivel en el gobierno capitalino, ocurrieron frente a cámaras del C5, pero el responsable sigue libre. Lo mismo ocurrió con el abogado David Cohen, ejecutado en plena Ciudad Judicial de la CDMX a la luz del día, mientras las cámaras, cuando no estaban desactualizadas o mal ubicadas, muchas veces no registraron los hechos.
Expertos señalan que, en numerosos casos, las cámaras solo actúan de manera reactiva: requieren que un ciudadano presione un botón para activar la grabación.
“Mientras esto no ocurra, la cámara es solo un espantapájaros”, advierten. En el peor de los escenarios, delincuentes han llegado a montar sus propios centros de monitoreo y cámaras ilegales, burlando el sistema oficial.
¿Más vigilancia equivale a más seguridad?
El aumento de cámaras y tecnología de vigilancia ha convertido a México en uno de los países más observados de América Latina. Sin embargo, los datos de criminalidad y la impunidad masiva plantean una pregunta inquietante: ¿vale la pena sacrificar privacidad si la inseguridad no disminuye? La evidencia sugiere que, hasta ahora, mirar más no significa proteger mejor.












